Starbucks en Seattle

Me senté junto a él mientras los aplausos se apagaban. Pasé una de mis manos bajo su cintura y dejé que mi cabeza descansara sobre su hombro. Aún no podía perder la sonrisa que había conseguido instalar en mi rostro. Me parecía increíble lo que podía hacer por mí, y me encantaba. Escuché lo que dijo y eché a reir a la vez que me separaba lo justo para dejar que viera mi fingida expresión pensativa. "La verdad es que estuve a punto, pero no quería que me obligaras a hacerme uno yo..." contesté y volví a echar a reir rompiendo mi expresión

Dejé que apoyara su cabeza en mi hombro mientras yo pasaba mi brazo por detrás de su cuerpo, estrechándola más aún contra mí. La observé reir, me encantaba verla contenta, feliz, conmigo. Escuché su contestación, con el alivio de que no pretendiera hacer que un tatuaje estuviera para siempre en mi piel.- ¿Estás segura? Con lo bien que te quedaría un I love Ethan por aquí... - somenté divertido mientras mi mano recorría su escote, con solo un roce. Aparté la mano de ella y la coloqué sobre mi café, jugando con el borde, la temperatura del café había bajado, tomé un trago, saboreandolo, para después prestar de nuevo toda mi atención en ella.

Escuché el tatuaje que me proponía y clavé mi mirada en el lugar donde sus dedos habían dejado una huella. "¿Sabes? Mi nombre es muy largo, tendrías que ponértelo en un sitio donde hubiese suficiente espacio..." contesté dejado que mi dedo índice subiera por su costado, llevándose consigo la camiseta que llevaba puesta. Dejo una mirada pícara clavada en su costado desnudo. Subo de nuevo la mirada hasta él observando como jugaba con el borde de su vaso. "¿Está rico?" pregunto al verle saborear su café.

Observo con una conrisa como su dedo levantaba mi camisa - Tienes razón, es muy largo, tenemos que estar seguros de que me va a caber - Agarré su mano, colocando su dedo indice sobre mi cuerpo - A-l-i... - empecé a decir mientras escribía su nombre, subiendo cada vez más arriba por mi costado. Escuché su pregunta sobre mi café - No está mal... pero no tan bien como tú - dije mientras besaba con suavidad su cuello, saboreando su piel - Mucho más rico, sí señor - sonreí ampliamente mientras me separaba de ella, volviendo a mi posición inicial.

Dejé que su mano guiara mi dedo por su costado. No supe lo que pretendía hasta que escuché deletrear mi nombre, entonces eché a reir. "Deberíamos asegurarnos bien de que cabe... Además, deberías poner mi nombre completo para que no hubiera lugar a dudas..." contesté volviendo a recorrer su costado con mi dedo índice. Volví a reposar mi espalda en el respaldo y mi cabeza sobre su hombro mientras escuchaba su respuesta. Noté su beso en el cuello y una risita escapó de mi boca. "¿Estoy más dulce y más rica? ¿Tanto como... el chocolate?" pregunté divertida como si fuera una niña pequeña.

Dejé que su dedo recorriera de nuevo el costado de mi cuerpo, me encantaba esa sensación, la sonrisa me duró incluso cuando su mano ya no acriciaba mi cuerpo. Pasé de nuevo mi brazo por sus hombros, inspirando su olor, disfrutando de tenerla tan cerca de mí. Escuché su pregunta, me encantaba cuando se portaba como una niña - ¿Más rica que el chocolate? Mmmm Déjame pensar... - contesté pensativo, sin perder la sonrisa - Creo que necesito probar un poco más para realizar semejante afirmarción... - añadí divertido.

Me acurruqué más pegada a él cuando pasó su brazo por mis hombres. Escuché lo que me contestaba y mi sonrisa volvió a crecer. Subí mis manos hasta el cuello de mi camiseta, y a pesar de que esta no cubría en absoluto mi cuello, lo aparté en señal de que probara lo saboreara. "No sé si podré superar al chocolate, es mucha competencia... Pero no está de más que lo comprobemos..." contesté intentando controlar mi risa mientras inclinaba la cabeza hacia el lado contrario para dejarle total libertad.

La observé intrigado mientras se descubría el cuello - No podemos quedarnos con la duda - contesté con una sonrisa. Me acerqué lentamente para besar su cuello, sin apartar la mirada de sus ojos hasta el final. Posé mis labios en su suave cuello, dejandolos allí durante unos segundos - Mmm, creo que necesito más... - susurré pensativo. Abrí la boca para morder suavemente su cuello, después subí mis labios hasta su oído - Mucho más dulce y más rica que el chocolate - susurré.

Sostuve su mirada mientras se acercaba a mi cuello, soltando una risita nerviosa con cada paso que se acercaba más a mí. Sus labios dejaron un cosquilleo en mi piel que hizo que me estremeciese. "¿Mucho más que el chocolate? ¡Vaya! Eso sí que es estar rica..." exclame como si fuera una niña pequeña. Noté su mordisco en mi cuello y eché a reir apartándome instintivamente divertida. "¿Hemos cambiado los roles y no me he enterado?" comenté entre risas. "Así que yo soy el humanito desmemoriado ahora, ¿no?" bromeé.

Sentí como se estremecía, me encantaba conseguir esas reacciones de ella con solo mis labios. La observé mientras hablaba, siempre conseguía hacerme reir cuando sacaba su faceta infantil - Ya te lo he dicho, ¡estás riquisima! - Me quedé mirandola con una sonrisa mientras la escuchaba - Yo tambien tengo derecho a probarte! - me quejé divertido - Además.. tu cuello es un imán para mí - añadí pasando mi dedo indice por él. - No, no podemos cambiar los roles... tú siempre serás mi chica mala - dije sin perder la sonrisa.

Dejé que su dedo se paseara por mi cuello volviendo mi mirada hacia él. Me encantaban sus caricias. "Bueeeno... Te dejaré que me comas, ¡todo sea porque te alimentes bien!" contesté entre risas. Escuché como me llamó su chica mala. Hacía mucho que no me lo llamaba, era algo que tuvimos desde el principio. No pude evitar quedarme anonadada una vez más, perdiéndome en él. Recordando cada segundo que había hablado con él, y cada vez que había sido su chica mala. "Y tú siempre serás mi chico misterioso..." contesté mientras sus palabras seguían aún resonando en mi cabeza

- De ti nunca se me va a pasar el hambre - contesté mirandola con lascivia, ella me volvía loco, deseaba su cuerpo a todas horas, y me encantaba poder disfrutar de él siempre que quería. Me quedé observando su reacción cuando le llamé chica mala, me imaginaba lo que pasaba por su cabeza, todos esos momentos, todos esos recuerdos que, no sabía como, había conseguido retener en mi memoria - Siempre seré tu chico misterioso.. - contesté con voz ensoñadora, prediendome en aquellos recuerdos con ella.

Como siempre mi tonta reacción hizo acto de presencia obligándome a bajar la mirada al ver su mirada. Me encantaba que me deseara, me volvía loca. Pasé mi mano por detrás de su cintura y me acomodé sobre su pecho perdiéndome en esos recuerdos. "Siempre..." susurré abstraida mientras mi mano dibujaba caminos sin sentido en su espalda. Suspiré profundamente inundando mis pulmones con su esencia. "El tiempo pasa muy deprisa..." comenté sin apartarme de su cuerpo.

La estreché entre mis brazos cuando se acomodó contra míi, cerré los ojos envolviendome en ella, en su esencia. Inspiré la fragancia que depedía su pelo y una sonrisa cruzó mi rostro. Escuché el susurro de entre sus labios "siempre" repetí en mi cabeza una y otra vez. Oí lo que decía, era cierto, ni siquiera sabía hace cuanto nos conocíamos, pero eso no me importaba - Cada segundo que paso junto a ti es increible...

Sonreí al escuchar lo que dijo y me separé de él lo justo para poder embriagarme de nuevo en su mirada, en su expresión. "Cada segundo que no estoy contigo es un segundo que no necesito vivir..." contesté a sus palabras sin desviar la mirada. Una sonrisa curvó mis labios, haciéndose más grande con cada palabra que le dediqué. "¡Así que no te separes de mí nunca!" añadí en tono de riña pero sin perder la sonrisa que ya se había instalado de nuevo en mí.

Escuché cada palabra que decía mientras mi sonrisa se iba haciendo más grande cada segundo. Me perdí en su sonrisa, esa que tanto me gustaba, la que podía mirar durante horas. La aparté un poco de mí, lo suficiente para poder quitarme el cinturo. Cogí su mano entrelazándola con la mía, rodeé nuestras muñecas con el cinturón, y ayudandome con los dientes hice un nudo, dejándolas unidas - Ves? Contigo para siempre -dije levantando nuestras manos.

Observé contrariada como se quitaba el cinturón, no tenía ni idea de lo que se proponía. De pronto ví como unía nuestras manos con él. Deseé poder dejar que mis ojos se humedecieran, deseé poder dejarme llevar, que la emoción recorriera mi cada parte de mi ser. Era perfecto y estaba conmigo. Mordí mi labio aún sin perder mi sonrisa mientras buscaba en él la razón de que la persona más increíble permaneciera sentada junto a mí, y sin ninguna intención de alejarse de mí por mucho tiempo. "Te quiero..." dije antes de levantar mis manos para abrazarle, olvidando que nuestras manos seguían unidas.

ME quedé mirando su sonrisa, intentando adivinar en lo que estaba pensando, si ahora en su cabeza había quedado claro que estaba demasiado loco. Me di cuenta de que se mordía el labio, me encantaba cuando lo hacía. Escuché aquellas dos palabras que tanto me gustaba oir - Te quiero - contesté con una amplia sonrisa. La vi abalanzarse hacia mi para abrazarme - Ay, ay - me quejé divertido, porque mi brazo había quedado en una postura bastante incómoda.- Vale que me quieres, pero supongo que me querrás entero - bromeé separandola un poco para que mi brazo volviera a una posición menos dolorosa.

Escuché las palabras que hacían que mi vida cobrara sentido cada mañana. Me encantaba que me lo dijera, nunca me cansaría de eso. Escuché que se quejaba y me separé asustada. "Te quiero enterito para mí..." contesté bajando el tono de voz con cada palabra. "Perdón... ¿Te he hecho daño?" pregunté como si fuera una niñita arrepentida por haber derramado la leche. "Ha sido sin querer..." insistí con el mismo tono infantil a la vez que bajaba mi mirada para darle más énfasis a mi teatro.

Me quedé mirando su expresión de pena - No te preocupes, no ha sido nada - dije rápidamente, al ver que la había preocupado.- Es que soy un quejica - bromee.La senté de nuevo sobre mi, pase el brazo atado al suyo rodeando su espalda, posandola un poco más allá de su costado, provocando que el suyo quedara sobre su regazo - Mejor así - Dije mientras la apretaba contra mí.

Dejé que me sentara sobre él dejando que una sonrisa despuntara de mi boca. Giré con cuidado hasta quedar de lado para poder mirarle y sonreí de nuevo. Subí la mano que tenía libre hasta su mejilla y la acaricié con suavidad. "No quiero hacerte daño nunca..." comenté observando mi mano subir y bajar por su cara. Llevé mis dedos hacia su labio y lo acaricié con la misma tranquilidad. "Necesito saber que siempre estarás bien..." añadí antes de abandonar mi expresión seria para volver a sonreir

Cerré los ojos cuando sentí su mano por mi mejilla, podía notar cada roce de su fría piel recorriendo mi cara. Noté como sus dedos bajaban hasta mis labios, contuve una sonrisa, para que sus dedos no se apartaran de mi boca. Escuché lo que decía - Sólo me harás daño si te vas... - Respondí con la esperanza de que al moverse mis labios ella no apartara sus dedos de mi boca. Abrí los ojos de nuevo, encontrarmela con esa sonrisa hizo que no pudiera evitar que en mis labios se formara otra.

Observé cada gesto de su cara hasta que escuché su respuesta. "Nunca me alejaré de tí, te necesito junto a mí..." contesté sin apartar mi mano de él. Mi mano se había hecho más pequeña con cada palabra. No me gustaba la idea de estar sin él. Acerqué mis labios a los tuyos de la manera más lenta que me fue posible, disfrutando de los segundos antes de besarle, dejando mis dedos en su sitio hasta el último momento, hasta el segundo antes de fundirme con él, de notar su calidez contra mis labios fríos.

Escuché su respuesta, nada me hacía más feliz que saber que ella nunca iba a dejarme - Yo tampoco puedo estar sin ti... no me dejes nunca... - dije mientras veía cómo sus labios se acercaban más a mí. Respondí a su beso con dulzura, subiendo la mano que tenía libre hasta su cuello, apartando su pelo para que mi mano entrara en contacto con su fría piel.Dejé que nuestros labios se separan de los suyos durante un segundo - Te quiero.. - susurré antes de besarla de nuevo, con la misma tranquilidad que antes.

Sus palabras resonaron en mi cabeza una y otra vez. Era imposible que eso pudiera suceder. Nunca podría separarme de él, nunca podría alejarme de lo que me mantiene en este mundo. Noté su mano dejando una huella cálida en mi cuello. Me encantaba esa mezcla de temperaturas. "Yo también te quiero..." contesté en un hilo de voz antes de volver a perderme de nuevo en sus besos. Era lo que sólo él podía conseguir. Que me perdiera olvidando todo, sin importarme nada. Porque sólo estábamos él y yo, en nuestro pequeño mundo.