Starbucks en Seattle

La imité, y dirigí mi atención a mi café, que apenas había tocado - Ya te vale, quítamelo ahora mismo!! - grité divertido mientras mis dedos acariciaban la taza de café. La miré de reojo, recorriendo el perfil de su rostro, pensando en cómo una persona podía ser tan perfecta, tan preciosa. Una pequeña sonrisa cruzó mis rostro sin que yo me diera cuenta - ¿Te he dicho que eres preciosa? - pregunté tímidamente, era increible que aún me quedara anonadado con su belleza, después de casi un año. Pero era imposible no hacerlo, era imposible no enarmorarse de su hermosura, enamorarse de ella, como yo había hecho.

Me sorprendí por su grito sobresaltándome un poco al oirlo. Volví mi mirada hacia él divertida, observándolo con una sonrisa boba en mis labios. "¿Te he dicho que estás cieguito?" contesté notando como la sangre luchaba por subir a mis mejillas. De pronto cambié mi expresión y le miré contrariada, frunciendo el ceño un poco. Subí mis manos a su pelo y empecé a darle pequeños tirones de un lado a otro, me inclinaba sobre él como si intentara encontrar algo en su cabeza. Me costaba mucho conseguirlo, pero logré permanecer seria mientras mis dedos enredaban en su pelo.

ME quedé observando su sonrisa, totalmente embobado - Que va, te veo perfectamente! Y eres preciosa - contesté totalmente convencido de que tenía razón, porque su belleza no podía negarse. Su cambio de expresión me sorprendió, no entendía que pasaba, mi ceño se frunció al igual que el suyo, estaba totalmente confuso. El primer impulso al ver sus manos acercarse a mi pelo due retirarme, pero como siempre, ella era más rápida - Áy! Que haces? - pregunté preocupandome por mi pelo, preguntandome que era lo que ella estaba buscando. Subí mis manos a mi cabeza - ¿Qué? ¿Qué tengo? - pregunté mientras intentaba buscar lo que ella había visto.

Una risita se ahogó en mi boca cuando observé su reacción. Mordí mi labio intentando que no saliera de entre mis labios mientras nuestras manos se chocaban en su cabeza en busca de algo que no iban a encontrar. "Es que... ¡Qué curioso...!" comencé diciendo sin dejar de enredar entre su pelo. Me separé de él para mirarle con la misma expresión confundida que tenía mientras le daba esos tirones. "Vaya... Nunca pensé que esto me podía pasar..." añadí pensativa antes de volver a su pelo dándole unos cuantos tirones más.

Miré de reojo hacia arriba, intentando ver algo sobresaliendo de mi cabeza, algo que hiciera que ella estuviera así - ¿Curioso? ¿Qué es curioso? - pregunté mientras mi mano seguía recorriendo cada centimetro de mi cabeza en busca de algo extraño - ¿Nunca te podía pasar qué? - pregunté empezando a ponerme nervioso, no tenía ni idea de lo que pasaba, y quería saberlo - ¿Qué es lo que tengo? - pregunté alarmado - ¿Dime que es lo que pasa? - pregunté alzando mi tono de voz, porque ya no podía ocultar mi nerviosismo, no tenía ni idea de lo que estaba pasando y necesitaba saberlo, tenía que decirmelo ya.

Noté como cada vez se ponía más nervioso, haciendo que me fuera más difícil permanecer seria. Escuché que incluso su tono de voz se irritaba por no saber qué le pasaba, era demasiado gracioso, por lo que tenía que decírselo ya. "Es normal que estés así, hablamos de algo muy serio... Pero intenta mantener la calma, todo tiene arreglo..." contesté volviendo a alejar mis manos de su pelo. Me quedé mirándole unos segundos lo más seria que me fue capaz. "Verás... No sé cómo ha podido pasar, pero así están las cosas. Así que es mejor que te lo diga sin rodeos y que lo aceptes cuanto antes..." añadí apurando la broma hasta el último momento. "No encuentro por donde te introduje el chip, lo siento..." dije con aire preocupado dejando que un largo suspiro escapara tras mis palabras.

Escuché atentamente lo que me decía, mirando hacia arriba en busca de un cuerno o algo que explicase su confusión - ¿Quieres decirmelo de una vez? - pregunté, totalmente desquiciado, escuchando cada palabra que decía, dejando que mi mente fuera a toda velocidad buscando una respuesta coherente. Cuando escuché lo que me dijo mi ceño se frunció - Deja de reirte de mi - dije con el orgullo totalmente herido, me crucé de brazos y apoyé mi espalda en el respaldo, deslizandome ligeramente hacia el suelo, allí donde estaba mi autoestima después de que haber caído en su trampa.

Reí a carcajadas en cuanto le hice saber a qué me refería. Sabía que estaba enfadado, pero no podía controlar mi risa, la manera nerviosa en la que verdaderamente creía que había algo malo en su cabeza me había hecho mucha gracia. Suspiré profundamente intentando calmarme y me acerqué a él. Cogí sus brazos para deshacer el nudo, pero este era más fuerte de lo que me esperaba. Parecía estar bastante enfadado. "No te enfades... Ha sido una broma..." le dije en tono mimoso mientras pasaba una mano tras su espalda para acercarme más a él.

PErmanecí en mi posición, apretando aún más los brazos, no me gustaba que me vacilara así - Ahora no intentes liarme! - dije al ver cómo se acercaba más a mí - Vete con alguien que no sea tan tonto como para creerse tus bromas - dije mientras me sentaba un poco más allá, alejándome un poco de ella, llegando hasta el final del sofá. Suspiré con fuerza, y alcé la cabeza orgulloso, mi pelo revuelto se movió conmigo, quedando aún más despeinado de lo que estaba después de que ella me revolviera la cabeza por completo.

Al notar como se alejaba de mí, mi expresión cambió por completo. No quería hacerle enfadar de esa manera, aunque tenía que haber supuesto que podía pasar. Bajé un poco la cabeza sin que mi mirada llegara a perderle y escuché lo que me decía. Oirle suspirar tan nervioso hizo que me sintiera aún peor. Intenté acercarme de nuevo con disimulo, en un movimiento tan lento que apenas yo lo percibí. "Lo siento, no era mi intención ofenderte... Y sabes que no quiero estar con nadie que no seas tú..." contesté a la vez que mi mano se posaba en su pierna esperando que no volviera a alejarse.

La miré de reojo, no quería que se sintiera tan mal, en el fondo no había sido para tanto, y yo lo sabía. Me quedé mirando su mano en mi pierna, y después la miré a ella - No te preocupes, no ha sido para tanto... - contesté pasando mi brazo por sus hombros y acercándola a mí - Sabes que soy un orgulloso... - tenía que reconocer mi peor defecto, las cosas que me atacaban al orgullo me afectaban demasiado - Sé que lo has hecho en broma, pero creo que mi sentido del humor está un poco dormido ultimamente - bromeé intentando crear una sonrisa en mi cara, no quería que se sintiera mal, no podía soportar hacerle eso.

Estuve a punto de apartar mi mano cuando su mirada se clavó en ella, pero entonces su mirada cayó sobre mí. Puse una tímida sonrisa de disculpa en mi cara, la cual se hizo más grande en cuanto su brazo me rodeó. Escuché lo que me dijo mientras me acomodaba junto a él. "Lo sé cariño.. Pero eres MI orgulloso..." contesté divertida. Alargué el brazo para coger el café que habíe encima de la mesa y se lo dí. "Dile que sse vaya despertando, que ya es hora..." contesté entre risas.

Me quedé observando su sonrisa, esa que me volvía completamente loco, escuché sus palabras, me sorprendió cuando me llamó cariño, no recordaba que lo hubiera hecho nunca, aunque tambien era posibe que lo hubiera olvidado, teniendo en cuanta mi memoria olvidadiza - Soy tuyo, cada parte de mi es tuya... - contesté mientras mi sonrisa se hacía aún más grande, aunque me parecía imposible. Cogí el café que me ofrecía y lo miré con reticencia - No creo que esto este muy bueno, pero por ti me lo tomaré! - dije acercándome el vaso a la boca, sin mucho ánimo.

Escuché cada cosa que decía embobada, como siempre que él me hablaba. Me encantaba ser la dueña de cada parte de él, y me gustaba aún más que me lo dijera. Ví que cogía el vaso dispuesto a beber el café y me apresuré a quitárselo de entre las manos. "¡No seas tonto! ¿Vas a creer todo lo que te diga esta tarde?" pregunté volviendo a dejar el café en la mesa. Me volví de nuevo hacia él, mirándole con una sonrisa dibujando mis labios. "Qué voy a hacer contigo... ¿Te pido otro café?"

Dejé que me quitara el vaso de café, aunque algunas gotas cayeron sobre mi ropa, por culpa de la velocidad con la que me quitó - Sabes que yo te hago caso siempre... Eres mi dueña - respondí divertido, olvidándome poco a poco de la broma que me había gastado minutos antes. Acaricié distraido su mejilla con el dorso de mi mano - No, todo lo que necesito lo tengo aquí - respondí mirandola fijamente a los ojos, esa preciosa mirada en la que podía perderme durante horas, sin ningún deseo de encontrarme de nuevo.

Noté el tacto de su mano rozando mi mejilla y mi sonrisa se ensanchó. Volví a recolocarme junto a él, apoyándome sobre su pecho. Cogí sus manos y con ellas rodeé mi cuerpo. "No sé como lo haces... Pero consigues que cada momento sea más perfecto que el anterior..." contesté cerrando los ojos, dejándome envolver por su cuerpo. "Yo sí que tengo todo lo que necesito... Podría estar así toda mi vida" añadí abriendo de nuevo mis ojos para mirarle una vez más

La acogí entre mis brazos, apretándola con fuerza contra mí - Todos los momentos son perfectos porque son contigo - Besé su pelo con suavidad, disfrutando de ese momento con ella, como cada uno de los segundos que pasaba a su lado. Noté como su mirada volvía de nuevo a mi y se la devolví. Estaba completamente enamorado de esa chica que me devolvía la mirada y quería estar con ella así para siempre, para siempre... aunque su siempre no era igual que el mío, por ahora - Te quiero - dijeron mis labios sin que me diera vuenta - Para siempre - añadí.

Suspiré profundamente, encantada de que sus brazos me apresaran contra él. No quería deshacerme nunca de esas cadenas. Sostuve su mirada perdiéndome con él. En esos momentos se notaba que para ninguno existía otra cosa que no fuéramos nosotros, nuestro mundo. "Yo también te quiero... Te quiero para siempre" contesté inundando mis ojos con su sonrisa. Esa sonrisa que podría admirar durante horas, y que por mucho tiempo que pasara siempre me sorprendería su perfección.

Escuché lo que me decía, era lo único que me importaba, lo que sentíamos el uno por el otro, ella y yo, y el resto del mundo no importaba nada - Podría pasarme horas aquí... contigo - me quedé mirandola - Prometeme que nunca te vas a marchar - le pedí, necesitaba saber que no iba a marcharse, que no iba a dejarme solo, sin ella, no podría soportarlo, tenía muy claro que ella era la única persona a la que no podría olvidar jamás, pasara lo que pasara.

Sus palabras me hacían ser la persona más feliz que pudiese existir. "Quiero pasar todas las horas del mundo contigo" contesté. Escuché lo que me pedía. Era imposible que tal cosa se me pasara si quiera por la cabeza, le necesitaba conmigo. Me separé ligeramente de él y miré fijamente sus ojos durante unos segundos. Era imposible que pudiera alejarme de él lo más mínimo. Cada segundo que no le tenía cerca era un segundo vacío. "Nunca... Jamás voy a dejarte" contesté sin volver aún a apoyarme contra él.

- Eso es todo lo que necesito saber - contesté volviendo a estrecharla contra mí - No te separes de mi, nunca, nunca! - dije en un tono menos serio que el que había estado utilizando hasta entonces. No podía evitar que mi orgullo de macho saliera y me dijera que había sido suficiende mimosidad por el momento, aunque ella hacía que me dieran ganas de mimos a todas horas, porque eso era lo que había conseguido, cambiarme, convertirme en un loco enamorado que sólo desea hacer feliz a su princesa.

Me dejé estrechar de nuevo contra su pecho y acomodé mi cabeza junto a él. Pasé mis manos por su cintura para rodearle, acercándome aún más a él. Escuché lo que dijo y al fin unas risitas escaparon de mi boca. Había sido un momento muy intenso. "¿Me estás riñendo papi?" pregunté con voz de niña pequeña antes de volver a reirme de mí propia voz. Me encantaba estar así de despreocupada con él. Todo iba bien si el iba conmigo.

Dejé que me rodeara con sus manos - Por supuesto, señorita, debe permanecer todo el tiempo junto a mi, a no ser que quiera causarme la muerte - respondí intentando ponerme serio, pero con ella era imposible - O si no... te llevarás un ataque de cosquillas - dije empezando a hacerle cosquillas en los costados. Me encantaba estar así con ella, sin preocupaciones, sin tener que pensar en nada que no fuera ella.

Me separé de él asustada siguiendo mi papel de niña pequeña. "¡No! ¡La muerte es fea!" contesté en un tono más alto que hasta el momento. Escuché lo que dijo y no pude evitar empezar a reir un poco incluso antes de que sus manos tocaran mis costados. Mi risa era algo nerviosa, tenía muchas cosquillas... "¡Papi cosquillas no! ¡Te prometo que soy buena! ¡Lo prometo! ¡Lo prometo! ¡Lo prometo!" contesté intentando deshacerme de sus manos y alejándolas de mis costados sin poder dejar de reir.

Eché a reir al escuchar lo que decía, me encantaba su faceta de cria, era una de las cosas que me habían enamorado de ella - Bueno, ¿seguro que te vas a portar bien? - pregunté manteniendola agarrrada con ambas manos de la cintura. Me encantaba que ella no utilizara su fuerza, bastante superior a la mía en momentos así, que todo fuera normal, aunque ella fuera todo lo contrario a normal, era realmente extraordinaria.