La Bahía.

Había decidido ir a pasear un rato fuera de Forks. Había ido en mi fabuloso coche que tanto amaba; era veloz y hermoso. Era un buen día, sin mucho sol, pero no llovía, por lo que había ido con la capota abajo sin peligro de que nadie me viera brillando. Podía decirse que el mar y cualquier lugar con agua era adorado por mí, por lo que decidí irme hacia la bahía. Me apoyé de un muro que había y me quedé viendo el agua y algunos ferrys a la distancia. Después de un rato, terminé saliendo de ahí para volver a Forks.

Llegué conduciendo, a una velocidad más alta de la permitida, pero con ese coche no me podía controlar. Había visto este sitio antes y me había imaginado allí con ella, observando el mar, así que cuando me había dicho que fueramos a otro lugar más tranquilo, enseguida me había venido a la mente, aprovechando que estábamos en la ciudad. Aparqué y salí del coche, acercándome a la puerta del copiloto, abriéndola para que ella tambien saliera - Ya hemos llegado.

Observé con ojos curiosos el sitio cuando paró el motor del coche. No había estado antes aquí, pero era un sitio precioso. Le observé dar la vuelta al coche para abrirme la puerta y de nuevo se instaló esa sonrisa en mi cara, la que sólo él podía conseguir. Bajé del coche y volví a mirar a mi alrededor, queriendo captar cada rincón de aquel sitio. "Men encanta el stio... ¿Habías estado aquí antes?" pregunté con curiosidad.

Agarré su mano y caminé hacia la arena - ¿Te gusta? Solo había pasado por aquí, pero quería venir aquí contigo. Es un sitio precioso - dije, aunque apenas miraba el lugar, ya que no podía apartar la mirada de ella.

Me dirigí con él hacia la arena, pero antes de pisarla, me quité los tacones y los cogí con la mano que tenía libre. "Me gusta mucho. Aunque este sitio no sería nada sin tenerte a tí conmigo..." contesté dejando que mis pies se deslizaran por la arena. Coloqué mi pelo después de que una fuerte brisa nos azotara y me quedé mirando a Ethan con una sonrisa. El viento, a pesar de ser levemente fuerte, era bastante agradable.

Escuché su respuesta y sonreí, observé cada uno de sus movimientos, viendo como el viento desordenaba su pelo y hacía ondear su vestido - Quizá hace un poco de viento - comenté, preocupado porque el viento consiguiera que ella se sintiera incómoda.

"No, me encanta esta brisa... Además, contigo cualquier momento es inmejorable" contesté volviéndome hasta quedar frente a él. Subí mis manos hasta engarzarlas tras su cuello y me puse de puntillas para acercar mi rostro al suyo. "Todo contigo es perfecto..." susurré con una sonrisa

La miré con una sonrisa mientras ponía mis manos en su cintura - Tú eres perfecta - contesté acabando con la distancia entre nuestros labios, besandola, retomando lo que el camarero había interrumpido.

Besé sus labios de manera tranquila, saboreando cada segundo más que duraba el beso. La temperatura cálida de sus labios se unía a los míos gélidos, había echado tanto de menos esta sensación... Enredé mis manos en su pelo, acariciándolo con suavidad y enrroscando cortos mechones de este alrededor de mis dedos.

Pegué su cuerpo al mío, disfrutando del frío que ella desprendía hacia mí. Sentí de nuevo ese sabor dentro de mi boca, no estaba seguro de poder soportarlo, así que me separé lentamente de sus labios - ¿Qué has hecho mientras yo no estaba? - pregunté disinmulando.

Noté que se separaba. A pesar de que lo hizo con delicadeza, me extrañó un poco, pero decidí no darle demasiada importancia. "Pues nada en especial... Dar vueltas de un lado a otro, me encontré con Cate y con Agatha, estuve trabajando... " contesté poniendo una expresión pensativa, somo si intentara hacer memoria. "En resúmen, intentar ocupar mi tiempo para no perder la cabeza sin tí..." añadí

Escuché su contestación, agradecí que no se hubiera fijado en mi gesto, no me apetecía tener esa conversación de nuevo - ¿Has estado trabajando? - pregunté tratando de sonar despreocupado, aunque quería saber si había pasado demasiado tiempo con Eleazar.

"Sí... Estuve ojeando algunos proyectos, nada importante" contesté bajando mis manos hasta su cintura, de manera que pudiese apoyar mi cabeza en su pecho. Cerré los ojos relajada y me dediqué a escucharle mientras seguía en mi cabeza el compás de sus latidos