Sala de estar.

Paseé mis manos por mis muslos, subiéndolas lentamente, pasando por mi tripa y hasta llegar a mi pelo, el cual removí de manera sensual. Me dí la vuelta, separé mis piernas ligeramente y puse mis manos sobre mi trasero. Le miré por encima del hombro con una sonrisa pícara y moví mis caderas al ritmo de la música. Me giré de nuevo y subí una de mis manos por mi espalda para desabrochar mi sujetador mientras con la otra tapaba mi pecho. Levanté el sujetador con la mano que tenía libre y lo dejé caer al suelo, acto seguido llevé la mano a mis labios, poniéndo una expresión sensual, simulando que el sujetador se había caído...

Quería saltar sobre ella, mi respiración se había descontrolado, su cuerpo prácticamente desnudo me llamaba. Al ver que se quitaba el suetador resoplé, me revolví el pelo intentando tranquilizarme.

Me acerqué lentamente a él, marcando bien el paso con mis caderas. Puse una rodilla a cada lado de su cintura y acerqué mis labios a su oído, "¿Quieres terminar con lo que me queda puesto?" susurré de manera sensual.

Bajé mis manos por sus costados hasta dejarla sobre su trasero - Me vuelves loco - dije acercándo mis labios a los suyos mientras jugaba con el borde de su ropa interior.

"¿Te ha gustado?" pregunté a pesar de que su expresión ya me contestaba de manera clara

- Qué va - respondí rozando sus labios - Me ha encantado. Deberías hacerlo más a menudo - dije con una amplia sonrisa. Bajé la mirada admirando su cuerpo, no podía creer la suerte que tenía.

- Verte bailar así no tiene precio - le mordí el labio inferior. Paseé mis manos por su cuerpo perfecto - Madre mía, que buena estás - dije alucinando con su cuerpo.

Sonreí al escucharle, pero no pude evitar mirarle un poco extrañada, nunca me había hablado de manera tan descarada...

Vi una mirada extraña en sus ojos - ¿Qué pasa? - pregunté confuso.

No podía evitar sonreir. "Nunca... nunca me habías hablado así" contesté con la sonrisa aún en mis labios

Reí - ¿Te ha molestado? - pregunté, su sonrisa me decía lo contrario, pero prefería estar seguro - Es que teniéndote así... no puedo controlarme.

"No precisamente..." dije contestando a su pregunta. Escuché lo que me dijo y volví a sonreir bajando la mirada, "Que pena que no puedas..." dije finjiendo estar apenada...

Sonreí ampliamente cuando escuché su respuesta - Así que te gusta que te llame tia buena, eh - dije divertido. Oí lo último que dijo - Una pena - respondí con picardía. Subí mis manos por su espalda, acerqué mis labios a su cuello, rozándole suavemente, hasta que le di un pequeó mordisco - Toda una pena - susurré en su oído.

Cerré los ojos y me estremecí al notar su mordisco, "Sí, una pena..." dije en un susurro con mis ojos aún cerrados

Busqué sus labios para besarla, llevaba deseándolo demasiado tiempo. Pegué su cuerpo al mío, paseando mis manos por cada centímetro de su piel.

Le devolví el beso de manera intensa, deseaba sus labios, y pasé mis manos por debajo de su camiseta acariciando sus costados

Me tumbé en el sofá con ella encima. Respondí a sus besos con desesperación. Bajé mis manos por su espalda y las dejé agarrando sus caderas.

Le agarré de la camiseta haciendo que se incorporara para quitársela, pero sin para de besar sus labios

La ayudé a quitarme la camiseta. Volví a besarla con ansia, subí mis manos por su tripa y su pecho.

No podía esperar más le necesitaba ya. Bajé mis besos por su pecho y separándome un poco de él comencé a desabrochar sus pantalones y deslizarlos poco a poco

Sonreí al ver que ella tambien estaba ansiosa. Dejé que me quitara los pantalones y tiré de ella de nuevo hacia arriba. Besé sus labios, bajé mis besos por su cuello, saboreando su piel.

Mis manos no podían dejar de recorrer su cuerpo mientras me estremecía al notar sus besos por mi cuello. Busqué sus labios de manera desesperada para saborearlos

Sentir sus manos por mi cuerpo me volvía loco, encontré sus labios y los besé, aumentando la intensidad a cada segundo.

Puse mi mano en su mejilla cogiéndo su rostro para profundizar el beso, saboreando cada instante, mientras mis manos seguían perdidas en las líneas de su perfecto cuerpo