Sala de estar.

Cierro los ojos concentrándome solo en él. Oigo mi nana y sonrío. Apoyo la cabeza en su pecho, tranquilizándome lentamente.

- Te amo.. -susurro sin moverme. Disfruto de sus caricias y del sonido de su voz. Él había conseguido tranquilizarme, él solito.

Suspiro contenta al notr sus labios sobre mi pelo- sí, mucho mejor -levanto mi cabeza para mirarle- gracias -sonrío

Sonrío y le abrazo de nuevo- aun así, te estás ocupando tú de todo... susurro volviendo a cerrar los ojos.

- Pero se supone que debemops ocuparnos entre los dos... siento estar dando más problemas que soluciones...

Vuelvo a mirarle cuando alza mi cabeza- bueno... tú también lo pasaste mal, estuviste todo el tiempo muy preocupado

- Bueno, eran una especie de cabezaditas -sonrío y acabo besándole.

- Sí... aunque se estaba muy bien aquí... -sonrío. La imagen de Nat se me viene a la mente y me separo- tenemos que irnos.

Agarro su mano y salgo de a´llí

Estaba cansada, aunque no físicamente, claro... Sólo me apetecía tumbarme en el sofá a no hacer nada. Esta vez ni una ducha caliente había conseguido relajarme, aún seguía de mal humor por lo que pasó ayer... Me puse unos pantalones cortos sueltos y una camiseta, aprobechando que estaba en casa. Es lo que más me gustaba de estar aquí, no era necesario disimular ni esconder... Me senté en el sofá con las piernas flexionadas delante de mí y apoyé mis brazos en las rodillas. En una de mis manos tenía el mando. Encendí la tele y empecé a cambiar de canal sin parar en ninguno más de un segundo.

Llegué a la Residencia Cullen, había sido un acierto preguntarla dónde vivía. Llamé a la puerta, nadie contestó, por un momento pensé en darme la vuelta pero tanía que pedirla perdón, no sabía qué iba a decirla sobre lo que pasó ayer, pero tenía que hacer algo. Entré en aquel, lugar, oí unos ruidos de fondo, me sentía como un ladrón que entraba en una casa sin permiso. Me dirigí hacia la estancia de la que salía el sonido - ¿Hola? ¿Se puede? - pregunté antes de entrar.

Escuché que alguien tocaba a la puerta. Me levanté, pero acto seguido escuché como alguien pasaba. Escuché la manera de moverse, algo fácil para mí, y determiné que no vivía aquí. Olfateé un poco intentando captar su esencia... Creo que ya caigo. ¿Qué hacía él aquí? Este no era un sitio demasiado seguro para él, no todos los vampiros suelen ser amistosos. Por suerte, creo que no había ninguno problemático... "Adelante" contesté mientras ponía expresión curiosa para disimular...

Me quedé unos segundos tras la puerta, intentando coger valor. Entré en el salón, allí estaba ella, di un par de pasos hacia ella, pero me quedé a varios metros de ella, no me atrevía a acercarme más a ella. Bajé la mirada, me sentía fatal por no haberla dejado allí - Hola - dije nervioso - Quería... pedirte perdón por lo de ayer - Sabía que ella querría una explicación, pero no sabía cómo explicarla lo que había sentido.

Ví que entró y volví mi mirada a la tele. Escuché que se disculpó, pero aún seguía bastante enfadada, por lo que sólo le contesté con un simple y monosilábico "Aha..." para seguir perdiendo mi mirada en los cambios de canal.

Observé su reacción, estaba bastante enfadada, normal, la había dejado tirada en medio de un restaurante. No sabía qué decirla, no se me daba bien pedir perdón - No te enfades por favor, no podría soportarlo - di un paso más hacia ella, mi cara era de absoluta culpabilidad, sabía que no había hecho bien dejándola alli, pero es que yo no aguantaba más y no podía explicarla por qué, porque igual la molestaba aún más.

"Claro, ¿por qué me iba a enfadar? sólo me dejaste plantada en mitad de un restaurante con todo el mundo mirándome de manera compasiva en plan "Oh, pobre chica... han pasado de ella, ¡qué lástima...!" no tengo motivos..." dije con un tono sarcástico frunciendo el ceño y sin dejar de ver la tele. Evité mirarle todo lo que pude, sabía que si lo hacía la gran pantalla que había creado para refugiarme en el enfado se derrumbaría...

Suspiré.- No te he dicho que no tuvieras motivos, te he pedido que no te enfadaras. - Su sarcasmo me irritaba, pero tenía motivos para estar enfadada, esta vez había sido culpa mía, tendría que aguantarme - Ya te he dicho que lo siento, tenía que irme - dije en tono de súplica - Siento que todos te miraban, no pensé en ello. Fui un egoista - Me costaba mucho reconocerlo, pero era la única manera de que me perdonaba, no podía verla así, no podía soportar que estuviera enfadada.