Gula {historia sobre un vampiro}

por **Jade Davis** Lun Jun 29, 2009 4:39 am

Espero que os guste, es algo que se me ocurrió derepente. (Personalmente me encanta la última frase *.* )

La noche volvía de nuevo y pude percibir como la sed acudía rauda a mi garganta. Con gran esfuerzo, tuve que apartar la tapa del sarcófago que estaba sobre mí. Notaba como mis fuerzas comenzaban a flaquear, y ahora el mínimo movimiento se convertía en una tarea ardua y dura.
Comencé a andar por mi morada, cada paso que daba era lento y estaba minuciosamente calculado. Una sensación de estar volando me invadía. Mi cuerpo estaba en la tierra, buscando de manera precisa el alimento, pero mi mente se encontraba muy lejos, solo era capaz de concentrarse en la ponzoña que se acumulaba de manera desagradable en mi boca.
Algo hizo que mis pies se detuvieran. Inspiré profundamente y percibí un olor delicioso. Era fácilmente reconocible, la sangre hirviente de una hermosa jovencita. No podría haber encontrado un festín más delicioso.
Esbocé una sonrisa ladeada y mis pasos volvieron a dar comienzo, pero esta vez se volvieron ávidos y con un extraño matiz gatuno.
Abrí la puerta de mi humilde casa y la luz de la luna se vió reflejada en mi rostro. Mis cabellos color azabache ondearon ligeramente mecidos por una suave brisa.
Alcé mi rostro y contemplé con admiración el imponente astro. La luna siempre reinaba a la noche con su hermosura. Siempre tan bella pero tan peligrosa a la vez. Me recordaba a mí mismo, a una fruta prohibida, atrayente y deliciosa por fuera, algo que anhelas nada más ver, pero que al más mínimo mordisco se puede convertir en tu peor pesadilla.
Vagué entre las sombras, tratando de mantenerme donde no se me pudiera ver, caminando por los callejones más oscuros hasta llegar a una pequeña calle donde divisé a una muchacha sola, la chica cuyo olor me llamaba desde la otra punta del diminuto pueblo.
Me acerqué hasta quedar a escasos pasos de su figura para poder contemplar mejor el buque antes de degustarlo. Tenía una piel demasiado pálida, tanto que casi podía parecer alguien como. Y el contraste con su pelo negro me volvió aun más loco.
Debió de sentir mi presencia, pues enseguida detuvo su camino y se dio la vuelta para enfrentarme.
Me quedé observando la curvatura pefecta de su cuello, y la palpitante vena en su yugular. Pero la aparté al instante cuando el olor de su sangre se hizo más intenso en su rostro.
Levanté mi mirada y esbocé una sonrisa maliciosa al comprobar el color rosado que habían adquirido sus mejillas.
- Buenas noches, señorita -apenas reconocí el tono ronco de mi voz. Las ansias por morder la piel perfecta y suave de su cuello, añadiendo el dolor casi insufrible de la ponzoña en mi paladar, incrementaban a cada segundo que alargaba el inevitable momento.
- Bue-buenas noches -sonaba insegura y avergonzada por mi intensa mirada. Pero yo apenas podia escuchar el sonido de su voz, pues cuando habló sus labios rojos, sugerentes, captaron toda mi atención. Con cada suave movimiento, tenía aun más claro que iba a ser la mejor comida de mi larga existencia.
Avancé unos pasos hacia ella, saboreando cada pequeño instante. E incliné mi rostro poco a poco al suyo. Debería haberme apartado, haberse asustado o incluso haberme dado una bofetada. Pero como bien he dicho, soy como una fruta prohibida, una reluciente y extraña manzana roja a la que no puedes negarte aun sabiendo que te va a llevar al mismo infierno.
Nuestros labios apenas se rozaron, pero ya pude sentir el calor abrasador de los suyos en contacto con la gelidez de los míos. Fuego contra hielo. Solo que esta vez, el hielo apagaría el fuego.
Bajé rozando mis labios por la piel de su cuello, y descubrí que ésta era tan delicada como parecía.
Rodeé la cintura de la chica con mis brazos, para poder pegar nuestros cuerpos. Sentí como su cuerpo entero se estremecía de placer, y como dejaba vencer su cabeza hacia atrás.
Reí interiormente, y pude sentir en mis labios como el placer hacía que la vena del cuello se viera aun más rebosante. Ya no podía alargar más el juego. Pasé la punta de mi lengua por la curva que formaba su cuello, notando como mis colmillos se hacían cada vez más grandes y afilados, más peligrosos.
Terminé por hundir mis colmillos en su yugular, haciendo que un gemido de placer escapara de los labios de la chica. Mas cuando rasgué más su piel, el placer pasó a convertirse en incontrolables sollozos. Trató de librarse de mí, pero yo la apretaba anhelante contra mi cuerpo, haciéndola imposible zafarse de mi pétreo abrazo.
La sangre brotaba a borbotones de la herida, pasando a mi garganta. Creándome una especie de frenesí insaciable. El ritmo frenético de su corazón era como una banda sonora, perfecta para acompañar el momento.
Cada curva de su cuerpo se amoldaba con precisión al mío. A pesar de que poco a poco, las fuerzas abandonaran la figura de la chica.
Succioné un poco más de sangre, clavando levemente mis dedos entorno a su espalda. No quería que este momento terminase, ¡no quería quedarme sin esta delicia! Pero los latidos de su corazón estaban contados. Con cada uno que resonaba en mi cabeza, me avisaba que el momento de terminar se estaba acercando.
"Pum" ¡Solo un poco más! Acaricié su pelo casi con fiereza, recorriendo después el costado de su cuerpo con mis manos.
"Pum" Ya estaba. Pocos latidos separaban la vida de la muchacha, de la muerte.
Tumbé su cuerpo inconsciente sobre la acera con suavidad, y me puse de rodillas a su lado, contemplándola.
Definitivamente su corazón había dejado de latir para siempre.
Lamenté haber dejado al mundo sin una chica tan especial como esta. Pero como había predecido, había sido el mejor festín que me había dado en la vida, y en la no-vida.
Acaricié sus mejillas, ahora sin ningún color, con el dorso de mi mano, y levanté mi vista para observar como el cielo poco a poco se iba tornando con colores cálidos. La oscuridad, mi aliada, me estaba abandonando. Y en su lugar encontraba toda una sarta de colores pálidos, rosa, naranja, amarillo, ... Veía la suavidad de los colores como si estuviese contemplando un lienzo meticulosamente pintado al óleo, una pintura que poder contemplar en algún museo demasiado importante como para que pudiera ir a verlo alguien simple como yo, y eso me asustó.
Lancé una última mirada a la chica y me envaré enseguida dejándola yaciendo sobre los adoquines del suelo.
Un gran frenesí recorrió mi cuerpo al correr. Pero no era como el de hace unos segundos, sino un frenesí creado por el miedo a lo desconocido, miedo a la muerte.
Era feliz siendo un demonio, ¿pero para qué compartir el infierno cuando podía crear el mío propio?

por **Sophie Antoinette Girard** Lun Jun 29, 2009 4:50 am

Me encantó tu historia! Very Happy

la descripción y cada detalle!
Te felicito!
También me ha gustado esa frase jeje.

por **Alexandra Hewitt** Lun Jun 29, 2009 4:40 pm

...
Con la boca abierta me has dejado.
¿Cómo se puede tener tanta imaginación y escribir tan bien?
Lo único ha sido la pobre chica...Ya le podías haber dado una pequeña alegría antes xDD
Que por si no lo has pilllado y eso...Que me encanta el fic...y la frase
tQ!

por **Selenia Evans** Lun Jun 29, 2009 5:15 pm

wow!!! es lo mejor que he leido me encanto !!!

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