Memorias de una Asesina
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Mary Alice Brandon
Serena Amorelli
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Memorias de una Asesina
Bien, una historia que se me ocurrió por el odio indefinido que tenog a un grupo de personas! xD Peró Ethan insistió en que lo asesinara, así que pronto lo haré xD Si les da miedito el prólogo no lean los capítulos xD Los pondré cuando los encuentre, los perdí en mi pc =S
Soy una asesina serial. ¿Si? ¿Qué tiene de malo que lo diga? Aún así, solo lo estoy escribiendo. Quizás algún día se encuentren estos escritos, pero no tengo miedo a que alguien lo haga. Yo solo sirvo a las voces de mi cabeza y mis impulsos. Lo sé porque la labor que llevo a cabo, para mí es honorable. Quizás muchas personas me odiarían si llegaran a saber a que me dedico, pero la verdad es que no me interesa.
Muchas personas al leer esto se preguntarían por qué creo que mi labor es noble y así es; suelo elegir a las personas que voy a llevar a la otra vida con sumo cuidado. Busco a aquellas personas a la que presiento que no podrán mejorar el mundo de ninguna manera o que lo deterioran. Además, siempre he sido un poco cruel, no temo en aceptarlo y pienso de que esta manera estoy ayudando al mundo. Quizá el que lea esto tenga la opinión de que soy mezquina y que no tengo corazón, pero esta es mi forma de vida y me encanta. Haría cualquier cosa por mantener las cosas como están a pesar de saber muy bien de que no puede durar por mucho tiempo
Para ir al grano, me dedico a buscar a siete persona cuya debilidad sea uno de los pecados capitales. Les preparo siete muertes distintas en distintos días a lo largo de una semana; todo salas diferentes de la misma catacumba paleocristiana, abandonada desde el siglo V y de la cual nadie nunca ha sabido de su existencia en nuestra época. A excepción de mí y aquellas personas desafortunadas en comportarse como no debían.
Podría decirse que mi estilo es un poco sofisticado para los avances tecnológicos de la época; estamos en pleno siglo XXI y yo no puedo dejar de copiar aquellos métodos utilizados por la Santa Inquisición. Además, a cada pecado utilizo el respectivo castigo físico que tendrían en el infierno, como dice en “Imágenes de Diablos, Demonios y Brujería”, por Ernst Lehner y Johanna Lehner.
Supongo que las personas a las que torturo nunca sabrán porque tal castigo, o porque me hago llamar de alguna manera; y esta es justamente otra razón por la que hago esto. La ignorancia en la población ha aumentado en tal gravedad de que tiene que llegar la asesina en serie para exterminarlos. Siempre veo como estas personas que a las que traigo a este lugar se confunden y no entienden por qué lo hago; piensan que no son culpables de nada y que no deberían estar aquí. Pero yo soy quien los elige y la matanza está por empezar.
Prólogo
Soy una asesina serial. ¿Si? ¿Qué tiene de malo que lo diga? Aún así, solo lo estoy escribiendo. Quizás algún día se encuentren estos escritos, pero no tengo miedo a que alguien lo haga. Yo solo sirvo a las voces de mi cabeza y mis impulsos. Lo sé porque la labor que llevo a cabo, para mí es honorable. Quizás muchas personas me odiarían si llegaran a saber a que me dedico, pero la verdad es que no me interesa.
Muchas personas al leer esto se preguntarían por qué creo que mi labor es noble y así es; suelo elegir a las personas que voy a llevar a la otra vida con sumo cuidado. Busco a aquellas personas a la que presiento que no podrán mejorar el mundo de ninguna manera o que lo deterioran. Además, siempre he sido un poco cruel, no temo en aceptarlo y pienso de que esta manera estoy ayudando al mundo. Quizá el que lea esto tenga la opinión de que soy mezquina y que no tengo corazón, pero esta es mi forma de vida y me encanta. Haría cualquier cosa por mantener las cosas como están a pesar de saber muy bien de que no puede durar por mucho tiempo
Para ir al grano, me dedico a buscar a siete persona cuya debilidad sea uno de los pecados capitales. Les preparo siete muertes distintas en distintos días a lo largo de una semana; todo salas diferentes de la misma catacumba paleocristiana, abandonada desde el siglo V y de la cual nadie nunca ha sabido de su existencia en nuestra época. A excepción de mí y aquellas personas desafortunadas en comportarse como no debían.
Podría decirse que mi estilo es un poco sofisticado para los avances tecnológicos de la época; estamos en pleno siglo XXI y yo no puedo dejar de copiar aquellos métodos utilizados por la Santa Inquisición. Además, a cada pecado utilizo el respectivo castigo físico que tendrían en el infierno, como dice en “Imágenes de Diablos, Demonios y Brujería”, por Ernst Lehner y Johanna Lehner.
Supongo que las personas a las que torturo nunca sabrán porque tal castigo, o porque me hago llamar de alguna manera; y esta es justamente otra razón por la que hago esto. La ignorancia en la población ha aumentado en tal gravedad de que tiene que llegar la asesina en serie para exterminarlos. Siempre veo como estas personas que a las que traigo a este lugar se confunden y no entienden por qué lo hago; piensan que no son culpables de nada y que no deberían estar aquí. Pero yo soy quien los elige y la matanza está por empezar.
Serena Amorelli- Cantidad de envíos : 2864
Fecha de inscripción : 17/02/2009
Hoja de personaje
Físico:: Estatura media-alta, delgada y esbelta. Tez muy pálida, suave y fría al tacto. Tiene una nariz pequeña y respingona y labios finos y carnosos. Su cabello castaño oscuro, casi negro, que llega hasta la altura de sus hombros, con algunos bucles rebeldes.
Carácter:: Es bastante animada y bromista, intenta ser amable con todos sin importar su raza. Le gusta divertirse y tiene una gran creatividad sin límites. La elegancia y delicadeza se hace notoria en cada uno de sus movimientos, pasos y palabras.
Re: Memorias de una Asesina
O.o. Qué intriga!!! En qué capítulo sale Ethan?? jaja
Mary Alice Brandon- Cantidad de envíos : 6609
Fecha de inscripción : 22/02/2009
Hoja de personaje
Físico:: Melena larga y ondulada que cae hasta la mitad de la espalda. Tiene una mirada muy profunda, y sus ojos son marrones y almendrados, delineados por unas largas y oscuras pestañas. Sus labios son de un rojo ligeramente intensificado que contrastan perfectamente con su piel blanquecina. Su figura es alta y esbelta, pero con unas curvas que le proporcionan un bonito atractivo.
Carácter:: Bastante tímida a primera vista, lo cual le da un toque dulce. Por otro lado, tiene caracter fuerte y en ocasiones es demasiado cabezota. Es muy observadora con la gente y le encanta sumirse en sus propios pensamientos.
Re: Memorias de una Asesina
Das miedo!! Pero yo insisto: Mátame!! mátame!! por favor!! Quiero ser famoso por mi muerte, es el único fin en mi vida!! xDD No sé que pecado podría ser yo... xDDDD
Ethan Morgan- Cantidad de envíos : 6202
Fecha de inscripción : 03/03/2009
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Re: Memorias de una Asesina
Todavía no estoy segura en que pecado darle xD Si es Avaricia será el tercero; tengo que seguir un orden xD
Ethan no esperaba que estuvieras tan ancioso por morir!! xD Hahahaha!!!
Ethan no esperaba que estuvieras tan ancioso por morir!! xD Hahahaha!!!
Serena Amorelli- Cantidad de envíos : 2864
Fecha de inscripción : 17/02/2009
Hoja de personaje
Físico:: Estatura media-alta, delgada y esbelta. Tez muy pálida, suave y fría al tacto. Tiene una nariz pequeña y respingona y labios finos y carnosos. Su cabello castaño oscuro, casi negro, que llega hasta la altura de sus hombros, con algunos bucles rebeldes.
Carácter:: Es bastante animada y bromista, intenta ser amable con todos sin importar su raza. Le gusta divertirse y tiene una gran creatividad sin límites. La elegancia y delicadeza se hace notoria en cada uno de sus movimientos, pasos y palabras.
Re: Memorias de una Asesina
esta muy bien... quiero saber tambien cuando matas a ethan jajajajajajajajajajajajaajajajaja
Cateryme Sackfiel- Cantidad de envíos : 1667
Fecha de inscripción : 09/04/2009
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Físico:: Piel blanca bronceada, contestura delgada, altura 1.61 m, ojos color maron claro, cabello largo castaño oscuro ondulado
Carácter:: extrovertida, poco curiosa, madura para su edad, indecisa para algunas cosas y simpatica
Re: Memorias de una Asesina
Sólo porque me matas tú.. xDD
Que ganas teneis todas de verme morir, eh!
Que ganas teneis todas de verme morir, eh!
Ethan Morgan- Cantidad de envíos : 6202
Fecha de inscripción : 03/03/2009
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Físico::
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Re: Memorias de una Asesina
Es que será tn divertido xD Hahaha! xD Bueno, estarás en el tercer capítulo. Aquí está el primero y ya estoy por terminar el segundo, así que no tendrán que esperar mucho xD
Lujuria, del latín luxuria, son aquellos pensamientos impuros sobre alguna personas, obsesivos y posesivos. Según “La Clasificación de los Demonios” por Binsfield su demonio es Asmodeo, que será mi nombre por hoy.
La desafortunada persona en ser asesinada ese día sería Gina. Esa chica —si es que puede llamársela de algún modo— la elegí de un supuesto grupo de “amigos”. Al parecer son de ese típico grupo que solo humilla a las demás personas, que por lo tanto no mejoran el mundo de ninguna manera; los chicos de este grupo serán mis invitados aquí.
De Gina podría decir que es una típica chica que se la pasa de fiesta en fiesta, y por ende de chico en chico. Solo se preocupa por la popularidad y por las relaciones sociales, se entrega a cualquiera solo con seguir teniendo una ridícula vida social, totalmente sin importancia. Los estudios nunca fueron algo importante para ella, y se cree demasiado para lo que en realidad es. Un verdadero adefesio de la naturaleza.
Caminé con mi abrigo de cuero con paso decidido hasta la primera sala de la catacumba, en donde se encontraba Gina. Ella estaba en el pequeño altar en el centro; la había fijado con unas cuerdas, sin importarme que hicieran daño en sus muñecas. La había traído hace un par de días y ni me había molestado en darle algo de comer.
—¿¡Quién eres!? —me preguntó. Había intentado gritar, pero su irrisoria voz sonó más bien como un globo desinflándose.
Su voz me dio tanta risa que estuve a punto de soltar una terrible carcajada.
—Asmodeo, para ti —dije con voz terriblemente dulce.
Ella me vio con desconcierto, abrió su deforme boca de par en par y se me quedó viendo. Estaba segura de que si pudiera saber que pensaba, sería algo como “-- nada --”.
Me acerqué a una pequeña mesa de madera en la que había colocado mis instrumentos y me percaté de que no había escogido cual utilizaría. Sentí una punzada en mi espalda y un momentáneo dolor de cabeza.
—Te dejaré escoger —solté entré dientes—. ¿Opción uno u opción dos?
Ella volteó a ver hacia los lados y con una mirada extraña me respondió con voz temblorosa:
—Opción uno.
Pinté en mi rostro una radiante sonrisa y dejé de sentir esas punzadas en mi espalda.
—Buena elección —le dije en tono burlón mientras tomaba el cinturón de San Erasmo y lo ponía a un lado.
Ella me miró aún más desconcertada y podría decirse que empezaba a caerse baba de su boca.
—¿Qué quieres hacer con eso? —preguntó con un hilo de voz. Había intentado que su tono sonara como si me tuviera repugnancia, pero no logró nada.
—Verás, el cinturón de San Erasmo es, como dice su nombre, un cinturón. Pero no uno lindo como el que traes puesto con una bonita hebilla. No... este, en cambio, tiene unas bonitas y pequeñas púas por el interior —le dije, pasando cuidadosamente mis dedos por las puntas.
Ella abrió los ojos como platos y yo simplemente sonreí, burlándome de ella. Me quité mi abrigo de cuero y lo dejé en un perchero.
—Ah, ¿mencioné que te lo voy a poner? —pregunté sin ningún tono de malicia, viéndola a los ojos. Eran completamente obvio, pero esta chica parecía tan inteligente como una hormiga.
Ella no profirió ningún sonido, simplemente se me quedó viendo, quizá en estado de shock. Pensé que era probable que no hubiera entendido ni una palabra de lo que decía y yo solo rodé los ojos. Las reacciones de este tipo de personas eran tan tontas; ni siquiera su instinto de supervivencia funcionaba correctamente.
Me acerque a Gina con el cinturón en mano. Yo estaba equivocada, al parecer ella estaba realmente aterrada, ya que empezó a gritar como nunca había escuchado a alguien gritar. Pensé que pronto se quedaría ronca, pero sería bueno si los gritos se escuchaban en las otras salas de la catacumba, ya que le infundiría miedo a los demás invitados.
Me recosté de lado del pequeño altar donde se encontraba la chica y quité el pequeño candado que mantenía cerrada la correa. Coloqué debajo de ella un pequeño artilugio de madera, para que pudiera colocar tranquilamente mi método de tortura.
—Te aconsejo, que si no quieres sufrir, no te muevas —empecé al tiempo que pasaba debajo de ella el cinturón—, no opongas resistencia —continué ciñendo el cinturón en su lugar—, y que por último, no respires tanto —terminé, fijando el cinturón a su cintura y cerrando el candado, al tiempo que laceraba su cuerpo.
Ella gritó con fuerza y con su respiración agitada hacía que las púas penetraran cada vez más; cada grito contribuía en la agravación de su herida. Ese artefacto era perfecto, además de los efectos que había causado, también infectaba en donde penetraba, por el hecho de que nunca lo limpiaba y estaba bastante viejo.
—Oh, ¿te dije que la última vez que lo use fue con un tipo con SIDA? —pregunté. Ella no me respondió, pero siguió gritando inútilmente.
Me volví a la mesa de madera y pensé que esto era muy poco para proceder al gran final.
Tomé unas pinzas que tenía en una repisa inferior y unos cuantos clavos. Los llevé al altar y me devolví a la mesa en busca de algo que pretendería utilizar como martillo. Una piedra fue lo único que encontré, pero me serviría de todos modos.
Arrastré una silla hasta el altar y con toda la calma del mundo tomé la pinza y su mano. Ella intentó hacer que la soltara, pero sin éxito. En cambio, hizo que el cinturón le lacerara mas la piel.
—Te dije que no te movieras. Lo que ahora te voy a practicar, es la turca. Siempre quise utilizarlo —le dije, emocionada.
Ella paró de gritar y se me quedó viendo con la misma ridícula cara de antes. Yo acerqué la pinza a sus uñas pintadas. De seguro ni cuatro días habían transcurrido desde que se las había hecho en la peluquería.
Con la pinza tomé fuertemente la uña, y con una lentitud detestable la comencé a remover de su lugar original. Más gritos. Terminé de extraer la uña y la puse sobre su pecho junto a la pinza. Tomé un clavo con una mano y la piedra con la otra. Posé el clavo en el lugar donde había estado la uña y con la piedra hice que fuera internándose en su dedo. Chorros de sangre fluían de su mano y de su boca salían ridículos rezos a ese Dios inexistente.
Repetí en procedimiento con cada dedo de ambos manos y pies. Se había agitado más y había rezado no sé cuantas veces el padre nuestro.
Dejé que las uñas cayeran sobre su cabello y me llevé la pinza, la piedra y clavos restantes a la mesa.
Salí un rato de la habitación para irme a comer unas panquecas con miel y tomar un té caliente.
Después de mi desayuno-almuerzo, volví a la sala. Me pareció que Gina estaba por quedarse inconsciente y emití un sonido de decepción.
—Pensé que aguantarías más —dije. Ella volteó rápidamente hacia mi y yo simplemente me dirigí a la mesa de madera.
Tomé unos leños y un poco de azufre, introducí en mi bolsillo una caja de fósforos. Dejé la madera en el suelo, alrededor del altar y en gran parte de la sala; era bastante, así que se superponían. Arrojé el azufre sobre la leña.
Arrastré la mesa, la silla y el perchero fuera de la habitación. Entré de nuevo y tardé un tiempo en prender el fuego. Por la manera en como había colocado la madera, sabía que las llamas no tocarían a Gina, sino que se asfixiaría, tal como el libro de los Lehner indicaba que debía morir los lujuriosos.
Cerré la puerta y me fui a otra habitación a buscar un extintor y lo dejé a la puerta de la sala en caso de que se descontrolara el fuego. Lo bueno de esa sala, era que habían conductos que conducían el humo al exterior, por lo que las demás personas en la catacumba no morirían de asfixia también.
Me fui a tomar algo mientras esperaba. Al llegar de nuevo a la cocina me percaté de que había una carta en una gaveta de la despensa. No me había fijado en ese lugar cuando había venido a comer antes. Agarré el sobre y lo abrí, contenía una carta firmada por Liam; en ella decía que volvería en cinco días. La hice una bola y la tiré a la basura. Me comí un chocolate y tomé una taza de té mientras leía un viejo libro que había encontrado sobre la mesa.
Después de haber terminado el libro en lo que había parecido ser una horas, volví a la sala de Gina. El fuego estaba por extinguirse, por lo que tomé el extintor para ayudar a que fuera más rápido. Saqué una mascarilla del bolsillo de mi chaqueta que seguía colgada en el perchero y me la acomodé en el rostro.
Me acerqué a Gina y verifiqué su pulso. Nada. Di una vuelta alrededor del altar. Ni una quemadura, había sido perfecto. Dejé todo intacto y me fui a mi habitación con una sonrisa de autosuficiencia, todo había salido de acuerdo al plan y magníficamente bien.
Mañana sería un nuevo día y un nuevo pecado.[center]
Lujuria
Lujuria, del latín luxuria, son aquellos pensamientos impuros sobre alguna personas, obsesivos y posesivos. Según “La Clasificación de los Demonios” por Binsfield su demonio es Asmodeo, que será mi nombre por hoy.
La desafortunada persona en ser asesinada ese día sería Gina. Esa chica —si es que puede llamársela de algún modo— la elegí de un supuesto grupo de “amigos”. Al parecer son de ese típico grupo que solo humilla a las demás personas, que por lo tanto no mejoran el mundo de ninguna manera; los chicos de este grupo serán mis invitados aquí.
De Gina podría decir que es una típica chica que se la pasa de fiesta en fiesta, y por ende de chico en chico. Solo se preocupa por la popularidad y por las relaciones sociales, se entrega a cualquiera solo con seguir teniendo una ridícula vida social, totalmente sin importancia. Los estudios nunca fueron algo importante para ella, y se cree demasiado para lo que en realidad es. Un verdadero adefesio de la naturaleza.
Caminé con mi abrigo de cuero con paso decidido hasta la primera sala de la catacumba, en donde se encontraba Gina. Ella estaba en el pequeño altar en el centro; la había fijado con unas cuerdas, sin importarme que hicieran daño en sus muñecas. La había traído hace un par de días y ni me había molestado en darle algo de comer.
—¿¡Quién eres!? —me preguntó. Había intentado gritar, pero su irrisoria voz sonó más bien como un globo desinflándose.
Su voz me dio tanta risa que estuve a punto de soltar una terrible carcajada.
—Asmodeo, para ti —dije con voz terriblemente dulce.
Ella me vio con desconcierto, abrió su deforme boca de par en par y se me quedó viendo. Estaba segura de que si pudiera saber que pensaba, sería algo como “-- nada --”.
Me acerqué a una pequeña mesa de madera en la que había colocado mis instrumentos y me percaté de que no había escogido cual utilizaría. Sentí una punzada en mi espalda y un momentáneo dolor de cabeza.
—Te dejaré escoger —solté entré dientes—. ¿Opción uno u opción dos?
Ella volteó a ver hacia los lados y con una mirada extraña me respondió con voz temblorosa:
—Opción uno.
Pinté en mi rostro una radiante sonrisa y dejé de sentir esas punzadas en mi espalda.
—Buena elección —le dije en tono burlón mientras tomaba el cinturón de San Erasmo y lo ponía a un lado.
Ella me miró aún más desconcertada y podría decirse que empezaba a caerse baba de su boca.
—¿Qué quieres hacer con eso? —preguntó con un hilo de voz. Había intentado que su tono sonara como si me tuviera repugnancia, pero no logró nada.
—Verás, el cinturón de San Erasmo es, como dice su nombre, un cinturón. Pero no uno lindo como el que traes puesto con una bonita hebilla. No... este, en cambio, tiene unas bonitas y pequeñas púas por el interior —le dije, pasando cuidadosamente mis dedos por las puntas.
Ella abrió los ojos como platos y yo simplemente sonreí, burlándome de ella. Me quité mi abrigo de cuero y lo dejé en un perchero.
—Ah, ¿mencioné que te lo voy a poner? —pregunté sin ningún tono de malicia, viéndola a los ojos. Eran completamente obvio, pero esta chica parecía tan inteligente como una hormiga.
Ella no profirió ningún sonido, simplemente se me quedó viendo, quizá en estado de shock. Pensé que era probable que no hubiera entendido ni una palabra de lo que decía y yo solo rodé los ojos. Las reacciones de este tipo de personas eran tan tontas; ni siquiera su instinto de supervivencia funcionaba correctamente.
Me acerque a Gina con el cinturón en mano. Yo estaba equivocada, al parecer ella estaba realmente aterrada, ya que empezó a gritar como nunca había escuchado a alguien gritar. Pensé que pronto se quedaría ronca, pero sería bueno si los gritos se escuchaban en las otras salas de la catacumba, ya que le infundiría miedo a los demás invitados.
Me recosté de lado del pequeño altar donde se encontraba la chica y quité el pequeño candado que mantenía cerrada la correa. Coloqué debajo de ella un pequeño artilugio de madera, para que pudiera colocar tranquilamente mi método de tortura.
—Te aconsejo, que si no quieres sufrir, no te muevas —empecé al tiempo que pasaba debajo de ella el cinturón—, no opongas resistencia —continué ciñendo el cinturón en su lugar—, y que por último, no respires tanto —terminé, fijando el cinturón a su cintura y cerrando el candado, al tiempo que laceraba su cuerpo.
Ella gritó con fuerza y con su respiración agitada hacía que las púas penetraran cada vez más; cada grito contribuía en la agravación de su herida. Ese artefacto era perfecto, además de los efectos que había causado, también infectaba en donde penetraba, por el hecho de que nunca lo limpiaba y estaba bastante viejo.
—Oh, ¿te dije que la última vez que lo use fue con un tipo con SIDA? —pregunté. Ella no me respondió, pero siguió gritando inútilmente.
Me volví a la mesa de madera y pensé que esto era muy poco para proceder al gran final.
Tomé unas pinzas que tenía en una repisa inferior y unos cuantos clavos. Los llevé al altar y me devolví a la mesa en busca de algo que pretendería utilizar como martillo. Una piedra fue lo único que encontré, pero me serviría de todos modos.
Arrastré una silla hasta el altar y con toda la calma del mundo tomé la pinza y su mano. Ella intentó hacer que la soltara, pero sin éxito. En cambio, hizo que el cinturón le lacerara mas la piel.
—Te dije que no te movieras. Lo que ahora te voy a practicar, es la turca. Siempre quise utilizarlo —le dije, emocionada.
Ella paró de gritar y se me quedó viendo con la misma ridícula cara de antes. Yo acerqué la pinza a sus uñas pintadas. De seguro ni cuatro días habían transcurrido desde que se las había hecho en la peluquería.
Con la pinza tomé fuertemente la uña, y con una lentitud detestable la comencé a remover de su lugar original. Más gritos. Terminé de extraer la uña y la puse sobre su pecho junto a la pinza. Tomé un clavo con una mano y la piedra con la otra. Posé el clavo en el lugar donde había estado la uña y con la piedra hice que fuera internándose en su dedo. Chorros de sangre fluían de su mano y de su boca salían ridículos rezos a ese Dios inexistente.
Repetí en procedimiento con cada dedo de ambos manos y pies. Se había agitado más y había rezado no sé cuantas veces el padre nuestro.
Dejé que las uñas cayeran sobre su cabello y me llevé la pinza, la piedra y clavos restantes a la mesa.
Salí un rato de la habitación para irme a comer unas panquecas con miel y tomar un té caliente.
Después de mi desayuno-almuerzo, volví a la sala. Me pareció que Gina estaba por quedarse inconsciente y emití un sonido de decepción.
—Pensé que aguantarías más —dije. Ella volteó rápidamente hacia mi y yo simplemente me dirigí a la mesa de madera.
Tomé unos leños y un poco de azufre, introducí en mi bolsillo una caja de fósforos. Dejé la madera en el suelo, alrededor del altar y en gran parte de la sala; era bastante, así que se superponían. Arrojé el azufre sobre la leña.
Arrastré la mesa, la silla y el perchero fuera de la habitación. Entré de nuevo y tardé un tiempo en prender el fuego. Por la manera en como había colocado la madera, sabía que las llamas no tocarían a Gina, sino que se asfixiaría, tal como el libro de los Lehner indicaba que debía morir los lujuriosos.
Cerré la puerta y me fui a otra habitación a buscar un extintor y lo dejé a la puerta de la sala en caso de que se descontrolara el fuego. Lo bueno de esa sala, era que habían conductos que conducían el humo al exterior, por lo que las demás personas en la catacumba no morirían de asfixia también.
Me fui a tomar algo mientras esperaba. Al llegar de nuevo a la cocina me percaté de que había una carta en una gaveta de la despensa. No me había fijado en ese lugar cuando había venido a comer antes. Agarré el sobre y lo abrí, contenía una carta firmada por Liam; en ella decía que volvería en cinco días. La hice una bola y la tiré a la basura. Me comí un chocolate y tomé una taza de té mientras leía un viejo libro que había encontrado sobre la mesa.
Después de haber terminado el libro en lo que había parecido ser una horas, volví a la sala de Gina. El fuego estaba por extinguirse, por lo que tomé el extintor para ayudar a que fuera más rápido. Saqué una mascarilla del bolsillo de mi chaqueta que seguía colgada en el perchero y me la acomodé en el rostro.
Me acerqué a Gina y verifiqué su pulso. Nada. Di una vuelta alrededor del altar. Ni una quemadura, había sido perfecto. Dejé todo intacto y me fui a mi habitación con una sonrisa de autosuficiencia, todo había salido de acuerdo al plan y magníficamente bien.
Mañana sería un nuevo día y un nuevo pecado.[center]
Serena Amorelli- Cantidad de envíos : 2864
Fecha de inscripción : 17/02/2009
Hoja de personaje
Físico:: Estatura media-alta, delgada y esbelta. Tez muy pálida, suave y fría al tacto. Tiene una nariz pequeña y respingona y labios finos y carnosos. Su cabello castaño oscuro, casi negro, que llega hasta la altura de sus hombros, con algunos bucles rebeldes.
Carácter:: Es bastante animada y bromista, intenta ser amable con todos sin importar su raza. Le gusta divertirse y tiene una gran creatividad sin límites. La elegancia y delicadeza se hace notoria en cada uno de sus movimientos, pasos y palabras.
Re: Memorias de una Asesina
Despues de esto ya no sé si quiero que me mates!! MAdre mía....
Buenisimo!! xD
Ella me vio con desconcierto, abrió su deforme boca de par en par y se me quedó viendo. Estaba segura de que si pudiera saber que pensaba, sería algo como “-- nada --”.
Buenisimo!! xD
Ethan Morgan- Cantidad de envíos : 6202
Fecha de inscripción : 03/03/2009
Hoja de personaje
Físico::
Carácter::
Re: Memorias de una Asesina
Igual te asesinaré, te recuerdo tus palabras:
Caramelito escribió:Pero yo insisto: Mátame!! mátame!! por favor!! Quiero ser famoso por mi muerte, es el único fin en mi vida!!
Lo serás xD Muahahaha!!! xD
Serena Amorelli- Cantidad de envíos : 2864
Fecha de inscripción : 17/02/2009
Hoja de personaje
Físico:: Estatura media-alta, delgada y esbelta. Tez muy pálida, suave y fría al tacto. Tiene una nariz pequeña y respingona y labios finos y carnosos. Su cabello castaño oscuro, casi negro, que llega hasta la altura de sus hombros, con algunos bucles rebeldes.
Carácter:: Es bastante animada y bromista, intenta ser amable con todos sin importar su raza. Le gusta divertirse y tiene una gran creatividad sin límites. La elegancia y delicadeza se hace notoria en cada uno de sus movimientos, pasos y palabras.
Re: Memorias de una Asesina
Te arrepentirás de tus palabras Ethan...
Muy bueno Sera!! Qué miedo me da!!
Muy bueno Sera!! Qué miedo me da!!
Mary Alice Brandon- Cantidad de envíos : 6609
Fecha de inscripción : 22/02/2009
Hoja de personaje
Físico:: Melena larga y ondulada que cae hasta la mitad de la espalda. Tiene una mirada muy profunda, y sus ojos son marrones y almendrados, delineados por unas largas y oscuras pestañas. Sus labios son de un rojo ligeramente intensificado que contrastan perfectamente con su piel blanquecina. Su figura es alta y esbelta, pero con unas curvas que le proporcionan un bonito atractivo.
Carácter:: Bastante tímida a primera vista, lo cual le da un toque dulce. Por otro lado, tiene caracter fuerte y en ocasiones es demasiado cabezota. Es muy observadora con la gente y le encanta sumirse en sus propios pensamientos.
Re: Memorias de una Asesina
Ya me arrepiento, ya.. XD
Ethan Morgan- Cantidad de envíos : 6202
Fecha de inscripción : 03/03/2009
Hoja de personaje
Físico::
Carácter::
Re: Memorias de una Asesina
¿Enserio da miedo? Alguien me dijo que le dio dolor de cabeza con lo de la turca xD
Ethan, por que te arrepientes? No es que era tu unico fin en la vida? xD
Ethan, por que te arrepientes? No es que era tu unico fin en la vida? xD
Serena Amorelli- Cantidad de envíos : 2864
Fecha de inscripción : 17/02/2009
Hoja de personaje
Físico:: Estatura media-alta, delgada y esbelta. Tez muy pálida, suave y fría al tacto. Tiene una nariz pequeña y respingona y labios finos y carnosos. Su cabello castaño oscuro, casi negro, que llega hasta la altura de sus hombros, con algunos bucles rebeldes.
Carácter:: Es bastante animada y bromista, intenta ser amable con todos sin importar su raza. Le gusta divertirse y tiene una gran creatividad sin límites. La elegancia y delicadeza se hace notoria en cada uno de sus movimientos, pasos y palabras.
Re: Memorias de una Asesina
Yo dolor de cabeza no, pero una expresión rara en mi cara si que había...
Mary Alice Brandon- Cantidad de envíos : 6609
Fecha de inscripción : 22/02/2009
Hoja de personaje
Físico:: Melena larga y ondulada que cae hasta la mitad de la espalda. Tiene una mirada muy profunda, y sus ojos son marrones y almendrados, delineados por unas largas y oscuras pestañas. Sus labios son de un rojo ligeramente intensificado que contrastan perfectamente con su piel blanquecina. Su figura es alta y esbelta, pero con unas curvas que le proporcionan un bonito atractivo.
Carácter:: Bastante tímida a primera vista, lo cual le da un toque dulce. Por otro lado, tiene caracter fuerte y en ocasiones es demasiado cabezota. Es muy observadora con la gente y le encanta sumirse en sus propios pensamientos.
Re: Memorias de una Asesina
genial me gusta un poco fuerte pero esta bien, espero ver que haras en los demas pecados
Cateryme Sackfiel- Cantidad de envíos : 1667
Fecha de inscripción : 09/04/2009
Hoja de personaje
Físico:: Piel blanca bronceada, contestura delgada, altura 1.61 m, ojos color maron claro, cabello largo castaño oscuro ondulado
Carácter:: extrovertida, poco curiosa, madura para su edad, indecisa para algunas cosas y simpatica
Re: Memorias de una Asesina
Alice, en la de todos, creeme. Yo como ella luego me fui a comer mi panqueca con té caliente como si fuera lo más normal del mundo, pero no eres la única con expresiones raras en tu cara xD Hahaha!!
Gracias, Cate!!
Gracias, Cate!!
Serena Amorelli- Cantidad de envíos : 2864
Fecha de inscripción : 17/02/2009
Hoja de personaje
Físico:: Estatura media-alta, delgada y esbelta. Tez muy pálida, suave y fría al tacto. Tiene una nariz pequeña y respingona y labios finos y carnosos. Su cabello castaño oscuro, casi negro, que llega hasta la altura de sus hombros, con algunos bucles rebeldes.
Carácter:: Es bastante animada y bromista, intenta ser amable con todos sin importar su raza. Le gusta divertirse y tiene una gran creatividad sin límites. La elegancia y delicadeza se hace notoria en cada uno de sus movimientos, pasos y palabras.
Re: Memorias de una Asesina
A mí lo de las uñas no me lo hagas!! XDD
Ethan Morgan- Cantidad de envíos : 6202
Fecha de inscripción : 03/03/2009
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Físico::
Carácter::
Re: Memorias de una Asesina
esa fue la parte que le dio mas emocion al asunto ethan
Cateryme Sackfiel- Cantidad de envíos : 1667
Fecha de inscripción : 09/04/2009
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Físico:: Piel blanca bronceada, contestura delgada, altura 1.61 m, ojos color maron claro, cabello largo castaño oscuro ondulado
Carácter:: extrovertida, poco curiosa, madura para su edad, indecisa para algunas cosas y simpatica
Re: Memorias de una Asesina
Fue emocionante, pero no pensaba repetirlo!! Me crees tan deficiente?? T.T Busqué muchas torturas de la Santa Inquisición como para repetirlas!
xD
xD
Serena Amorelli- Cantidad de envíos : 2864
Fecha de inscripción : 17/02/2009
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Físico:: Estatura media-alta, delgada y esbelta. Tez muy pálida, suave y fría al tacto. Tiene una nariz pequeña y respingona y labios finos y carnosos. Su cabello castaño oscuro, casi negro, que llega hasta la altura de sus hombros, con algunos bucles rebeldes.
Carácter:: Es bastante animada y bromista, intenta ser amable con todos sin importar su raza. Le gusta divertirse y tiene una gran creatividad sin límites. La elegancia y delicadeza se hace notoria en cada uno de sus movimientos, pasos y palabras.
Re: Memorias de una Asesina
le tienes la suya especial ya
Cateryme Sackfiel- Cantidad de envíos : 1667
Fecha de inscripción : 09/04/2009
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Físico:: Piel blanca bronceada, contestura delgada, altura 1.61 m, ojos color maron claro, cabello largo castaño oscuro ondulado
Carácter:: extrovertida, poco curiosa, madura para su edad, indecisa para algunas cosas y simpatica
Re: Memorias de una Asesina
Claro, lo tengo desde hace tiempo, y me di cuenta de que es como que la más fea que había pensado O.o!
Hahaha! xD Pobre de ti...
Hahaha! xD Pobre de ti...
Serena Amorelli- Cantidad de envíos : 2864
Fecha de inscripción : 17/02/2009
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Físico:: Estatura media-alta, delgada y esbelta. Tez muy pálida, suave y fría al tacto. Tiene una nariz pequeña y respingona y labios finos y carnosos. Su cabello castaño oscuro, casi negro, que llega hasta la altura de sus hombros, con algunos bucles rebeldes.
Carácter:: Es bastante animada y bromista, intenta ser amable con todos sin importar su raza. Le gusta divertirse y tiene una gran creatividad sin límites. La elegancia y delicadeza se hace notoria en cada uno de sus movimientos, pasos y palabras.
Re: Memorias de una Asesina
uhiii interesante .... el queria que fuera de recordar
Cateryme Sackfiel- Cantidad de envíos : 1667
Fecha de inscripción : 09/04/2009
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Físico:: Piel blanca bronceada, contestura delgada, altura 1.61 m, ojos color maron claro, cabello largo castaño oscuro ondulado
Carácter:: extrovertida, poco curiosa, madura para su edad, indecisa para algunas cosas y simpatica
Re: Memorias de una Asesina
Al final nos va a dar tanta pena que le haremos funeral y todo... jaja
Última edición por Mary Alice Brandon el Sáb Abr 25, 2009 5:38 am, editado 1 vez
Mary Alice Brandon- Cantidad de envíos : 6609
Fecha de inscripción : 22/02/2009
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Físico:: Melena larga y ondulada que cae hasta la mitad de la espalda. Tiene una mirada muy profunda, y sus ojos son marrones y almendrados, delineados por unas largas y oscuras pestañas. Sus labios son de un rojo ligeramente intensificado que contrastan perfectamente con su piel blanquecina. Su figura es alta y esbelta, pero con unas curvas que le proporcionan un bonito atractivo.
Carácter:: Bastante tímida a primera vista, lo cual le da un toque dulce. Por otro lado, tiene caracter fuerte y en ocasiones es demasiado cabezota. Es muy observadora con la gente y le encanta sumirse en sus propios pensamientos.
Re: Memorias de una Asesina
Será de recordar
Un entierro? xD Yay!! Viajar!!
Un entierro? xD Yay!! Viajar!!
Serena Amorelli- Cantidad de envíos : 2864
Fecha de inscripción : 17/02/2009
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Físico:: Estatura media-alta, delgada y esbelta. Tez muy pálida, suave y fría al tacto. Tiene una nariz pequeña y respingona y labios finos y carnosos. Su cabello castaño oscuro, casi negro, que llega hasta la altura de sus hombros, con algunos bucles rebeldes.
Carácter:: Es bastante animada y bromista, intenta ser amable con todos sin importar su raza. Le gusta divertirse y tiene una gran creatividad sin límites. La elegancia y delicadeza se hace notoria en cada uno de sus movimientos, pasos y palabras.
Re: Memorias de una Asesina
wow es genial soy tu fan #1 jajaj me encanto
Tanya del Denali- Cantidad de envíos : 3461
Fecha de inscripción : 28/02/2009
Localización : a donde el viento me lleve
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Físico:: Alta, pelo ondulado color cafe oscuro con rayos color rojizo, piel palida ojos expresivos y cafes dorados con unas largas pestañas algo rasgados delgada con curvas definidas y con un porte inigualable viste casi siempre con vestidos de seda color rojo o azul
Carácter:: es dulce y misteriosa a la vez simpatica bromista, alegre, honesta, sencible, responsable, sinsera y amable, puede llegar a ser una de las amigas mas leales pero como enemiga puede llega a ser tu peror pesadilla.
Re: Memorias de una Asesina
Aquí está el otro capítulo. De seguro me odian, se que he tardado demasiado, y el de Ethan es el que viene, ese si que quedará bueno Aunque me cae muy bien como para matarlo xD De todos modos, el fue el que lo pidió. Aquí está el segundo capítulo =)
Gula, del latín gula, bastante fácil de recordar... Esa obsesión, descontrolada e inapropiada en la vida cotidiana a ingerir esa cantidad de lo que sea para satisfacer los caprichos.
Vivian nunca fue el tipo de persona que pudiera resistirlos. No es pecado tener un cuerpo deforme, pero las consecuencias que sus egoístas actos conllevan sin duda son el problema. Ella en algún momento fue una persona inteligente y buena amiga de todos los demás, pero al juntarse con este grupo de inadaptados que están bajo mi catacumba se volvió ese tipo de chica que solo humilla a todos.
Poco a poco fue entrando en ese mundo en que nada ni nadie importa, solo tú. Donde estudiar es solo leer, y no tener cultura. En donde se puede encontrar a alguien siendo amigo de otra persona solo para aprovecharse de él. Y la gula de esta chica no es solo de origen alimenticio; comida y más comida no es lo único que necesita. Necesita constante atención, ser el centro del universo, y en su cabeza ella lo es. Era un tanto astuta, y quizá la más valiente en ese grupo de niños mimados, pero no lo suficiente, de eso se puede estar seguro.
Escuché un grito que pedía ayuda en la puerta de la sala por la que caminaba tranquilamente, leyendo un libro muy interesante que había encontrado bajo el colchón de Liam. Generalmente el salía a buscar provisiones necesarias para vivir ahí abajo por una semana y tenía una vida social bastante común. Cuando terminaba mis “vacaciones trimestrales”, ambos volvíamos a la vida real y después de un tiempo encontrábamos nuestras próximas victimas. A él realmente le gustaba leer y siempre encontraba libros viejos escondidos o tirados en algún lugar.
Ese día vestía con una chaqueta tweed, bastante cómoda, cruzada y larga. Al entrar en la cámara donde se encontraba Vivian, metí el libro en uno de los bolsillos y me acerqué a ella. Como era de esperar, se repitió la rutina.
—¿¡Quién eres!? —me gritó. Estaba bastante asustada, pero no como para convulsionar del pánico.
—Beezelbub —respondí con aspereza mientras ojeaba los instrumentos que utilizaría ese día.
Ella no me dijo más nada. Miró a otro lado, como buscando algo con que soltar sus ataduras. Me fijé que en la pequeña mesa donde tenía mis instrumentos tenía algo bastante interesante. Unas largas tenazas con divertidas formas; atrás, una chimenea. Sonreí abiertamente. Tendría que agradecer de una manera mejor a Liam...
—¿Qué quieres de mí? —preguntó. Me volví hacia ella; tenía una expresión astuta en su cara. Me dio curiosidad saber el porqué y me fijé de que a su derecha había otra tenaza, un poco posible de alcanzar para ella si estiraba la mano.
—Nada en especial —canturreé mientras caminaba hacia la tenaza.
Tomé la tenaza y me devolví a mi pequeña mesa de artilugios. Luego fui hasta la chimenea y la encendí. Era una buena elección, esa era la sala más fría y necesitaba calentarme de alguna manera. A la izquierda de la chimenea vi cuatro cajas.
Solté una carcajada y recordé que por todo el tiempo que esta chica había estado aquí abajo no había probado bocado. Ella seguía con su expresión de astucia; ni idea de por qué sería. En fin... no me importaba. Nada iba a impedir que le hiciera algo.
El fuego de la chimenea se alzó en una crepitante llama, indicando que no tendría que esperar ni un segundo más para continuar con mi trabajo. Tomé un par de tenazas, mirando una con especial atención. Las metí en la chimenea y dejé que el mango de madera reposara sobre un pequeño banco fuera del alcance del fuego.
Me percaté de que el aroma no era muy agradable ahí abajo, por lo que decidí que sería una buena idea si perfumaba un poco el ambiente. Salí de la habitación y a otra, no muy lejos, conseguí un x-prey houst con perfume a lavanda. Me devolví a la habitación donde estaba mi invitada y lo rocié en el aire.
Quise soltar una risotada al imaginarme que pensaría la pobre chica al verme. Simplemente le resté importancia y vi que las tenazas ya estaban lo suficientemente calientes. Una sonrisa cínica se dibujo es mi rostro mientras caminaba de nuevo hacia la chimenea.
—¡Aléjate de mi! —exclamó la chica, cuando ni siquiera me había acercado a ella, ya que justamente en ese momento, estaba agarrando mi tenaza favorita.
—¿Qué piensas hacer al respecto? —pregunté para distraerla con tono burlón, pero con semblante serio.
Ella me miró con rabia. Esto si que iba a disfrutarlo...
Me acerqué a ella. Miré la tenaza con mis ojos azules, intentando pintar en mi rostro una expresión dulce. Con un rápido movimiento, bajé la tenaza hasta su pecho, y con la forma del desgarrador, convertí en sus senos en pura masa que burbujeaba sangre.
El grito de la chica no tardó en venir, y fue tan fuerte, que incluso sentí un poco de dolor en mis oídos. No me dio nada de lástima, es más, hice lo mismo con el otro seno. El grito esta vez fue más gutural. Pensé que en las otras salas los demás invitados estarían entrando en pánico. Sonreí ante el pensamiento y dejé la tenaza en el piso.
—¿¡Por qué me haces esto!? —logró gritar la chica.
—Pero, querida, si esto no es nada... —le dije con un tono que podía sonar como si le tuviese lástima, cuando claramente no era así, a pesar de poder ver su pecho abierto, desgarrado, con el olor de la carne quemada en el aire.
Arrugué la nariz y rocié de nuevo el aroma a lavanda. Me dirigí de nuevo a la chimenea y saqué otra tenaza.
Como es de esperar, lo que siguió fue prácticamente lo mismo. Con la tenaza caliente perforé y quemé cada lugar de su repugnante piel que se me ocurría. Me divertí un rato haciendo bonitas formas. Hice una rosa que quedó bastante bonita.
Pero claro, la chica no la estaba pasando tan bien como yo. Ella nunca dejó de gritar, solo respiraba de forma agitada de tanto en tanto para recuperar un poco de aire. Por un momento me imaginé el dolor que debía estar sintiendo. Cada tenaza ardiente, tocar su piel, hundirse en ésta, algunas veces hasta llegar a sus huesos. Que arrastrara la tenaza de hierro al rojo vivo, haciendo que sus músculos se deformaran, al tiempo que la venas se rompían y la sangre salía de ella a borbotones. No debía ser una sensación del todo agradable.
Al terminar, la chica no pudo más, y quedó inconsciente. Rodé los ojos, que débil había sido. Salí de la sala para quitarme el mal olor de encima. Me tomé un té caliente, percatándome de que no quedaba mucho más, y que mañana probablemente tendría que tomar café. Que asco...
Me comí unos dulces de Wonka, leí un poco y después de un rato me devolví a la sala. Esa chica no me había divertido mucho, me había aburrido bastante, a decir verdad. La vi acostada, donde la dejé. La sangre llegaba al piso en gotas, pero estaba coagulándose.
Decidí acabar con ella rápido. Me acerqué y el di un par de golpes en su cachete (con una tenaza, claro, no ensuciaría mis manos) para que se despertara. Ella movió la cabeza un poco por su cuenta, pero parecía igual estar medió dormida.
Profirió un pequeño grito de dolor. Su voz me estaba hartando, era tan chillona, hum...
Me dirigí a una mesa que tenía una caja encima. El contenido de esa caja era completamente hermoso. Saqué dos serpientes coral de un tamaño no muy grade. Con cuidado las llevé hasta la chica. Me despedí de mis serpientes dándoles una suave acariciada en su cabeza. Las había tenido desde hace unos meses para ese momento, y me había encariñado un poco con ellas.
Abrí la boca de Vivian e hice que las serpientes entraran. Me hicieron caso, y comenzaron a bajar por su garganta. Un poco asqueada, me di la vuelta y me decidí salir de ahí. Dentro de un momento la “pobre” de Vivian habría muerto ahogada o como fuera. No me importaba mucho, con que muriese estaba satisfecha.
Me fui a mi aposento privado a seguir leyendo el libro, pensando que el día de mañana si que sería bueno.
Gula
Gula, del latín gula, bastante fácil de recordar... Esa obsesión, descontrolada e inapropiada en la vida cotidiana a ingerir esa cantidad de lo que sea para satisfacer los caprichos.
Vivian nunca fue el tipo de persona que pudiera resistirlos. No es pecado tener un cuerpo deforme, pero las consecuencias que sus egoístas actos conllevan sin duda son el problema. Ella en algún momento fue una persona inteligente y buena amiga de todos los demás, pero al juntarse con este grupo de inadaptados que están bajo mi catacumba se volvió ese tipo de chica que solo humilla a todos.
Poco a poco fue entrando en ese mundo en que nada ni nadie importa, solo tú. Donde estudiar es solo leer, y no tener cultura. En donde se puede encontrar a alguien siendo amigo de otra persona solo para aprovecharse de él. Y la gula de esta chica no es solo de origen alimenticio; comida y más comida no es lo único que necesita. Necesita constante atención, ser el centro del universo, y en su cabeza ella lo es. Era un tanto astuta, y quizá la más valiente en ese grupo de niños mimados, pero no lo suficiente, de eso se puede estar seguro.
Escuché un grito que pedía ayuda en la puerta de la sala por la que caminaba tranquilamente, leyendo un libro muy interesante que había encontrado bajo el colchón de Liam. Generalmente el salía a buscar provisiones necesarias para vivir ahí abajo por una semana y tenía una vida social bastante común. Cuando terminaba mis “vacaciones trimestrales”, ambos volvíamos a la vida real y después de un tiempo encontrábamos nuestras próximas victimas. A él realmente le gustaba leer y siempre encontraba libros viejos escondidos o tirados en algún lugar.
Ese día vestía con una chaqueta tweed, bastante cómoda, cruzada y larga. Al entrar en la cámara donde se encontraba Vivian, metí el libro en uno de los bolsillos y me acerqué a ella. Como era de esperar, se repitió la rutina.
—¿¡Quién eres!? —me gritó. Estaba bastante asustada, pero no como para convulsionar del pánico.
—Beezelbub —respondí con aspereza mientras ojeaba los instrumentos que utilizaría ese día.
Ella no me dijo más nada. Miró a otro lado, como buscando algo con que soltar sus ataduras. Me fijé que en la pequeña mesa donde tenía mis instrumentos tenía algo bastante interesante. Unas largas tenazas con divertidas formas; atrás, una chimenea. Sonreí abiertamente. Tendría que agradecer de una manera mejor a Liam...
—¿Qué quieres de mí? —preguntó. Me volví hacia ella; tenía una expresión astuta en su cara. Me dio curiosidad saber el porqué y me fijé de que a su derecha había otra tenaza, un poco posible de alcanzar para ella si estiraba la mano.
—Nada en especial —canturreé mientras caminaba hacia la tenaza.
Tomé la tenaza y me devolví a mi pequeña mesa de artilugios. Luego fui hasta la chimenea y la encendí. Era una buena elección, esa era la sala más fría y necesitaba calentarme de alguna manera. A la izquierda de la chimenea vi cuatro cajas.
Solté una carcajada y recordé que por todo el tiempo que esta chica había estado aquí abajo no había probado bocado. Ella seguía con su expresión de astucia; ni idea de por qué sería. En fin... no me importaba. Nada iba a impedir que le hiciera algo.
El fuego de la chimenea se alzó en una crepitante llama, indicando que no tendría que esperar ni un segundo más para continuar con mi trabajo. Tomé un par de tenazas, mirando una con especial atención. Las metí en la chimenea y dejé que el mango de madera reposara sobre un pequeño banco fuera del alcance del fuego.
Me percaté de que el aroma no era muy agradable ahí abajo, por lo que decidí que sería una buena idea si perfumaba un poco el ambiente. Salí de la habitación y a otra, no muy lejos, conseguí un x-prey houst con perfume a lavanda. Me devolví a la habitación donde estaba mi invitada y lo rocié en el aire.
Quise soltar una risotada al imaginarme que pensaría la pobre chica al verme. Simplemente le resté importancia y vi que las tenazas ya estaban lo suficientemente calientes. Una sonrisa cínica se dibujo es mi rostro mientras caminaba de nuevo hacia la chimenea.
—¡Aléjate de mi! —exclamó la chica, cuando ni siquiera me había acercado a ella, ya que justamente en ese momento, estaba agarrando mi tenaza favorita.
—¿Qué piensas hacer al respecto? —pregunté para distraerla con tono burlón, pero con semblante serio.
Ella me miró con rabia. Esto si que iba a disfrutarlo...
Me acerqué a ella. Miré la tenaza con mis ojos azules, intentando pintar en mi rostro una expresión dulce. Con un rápido movimiento, bajé la tenaza hasta su pecho, y con la forma del desgarrador, convertí en sus senos en pura masa que burbujeaba sangre.
El grito de la chica no tardó en venir, y fue tan fuerte, que incluso sentí un poco de dolor en mis oídos. No me dio nada de lástima, es más, hice lo mismo con el otro seno. El grito esta vez fue más gutural. Pensé que en las otras salas los demás invitados estarían entrando en pánico. Sonreí ante el pensamiento y dejé la tenaza en el piso.
—¿¡Por qué me haces esto!? —logró gritar la chica.
—Pero, querida, si esto no es nada... —le dije con un tono que podía sonar como si le tuviese lástima, cuando claramente no era así, a pesar de poder ver su pecho abierto, desgarrado, con el olor de la carne quemada en el aire.
Arrugué la nariz y rocié de nuevo el aroma a lavanda. Me dirigí de nuevo a la chimenea y saqué otra tenaza.
Como es de esperar, lo que siguió fue prácticamente lo mismo. Con la tenaza caliente perforé y quemé cada lugar de su repugnante piel que se me ocurría. Me divertí un rato haciendo bonitas formas. Hice una rosa que quedó bastante bonita.
Pero claro, la chica no la estaba pasando tan bien como yo. Ella nunca dejó de gritar, solo respiraba de forma agitada de tanto en tanto para recuperar un poco de aire. Por un momento me imaginé el dolor que debía estar sintiendo. Cada tenaza ardiente, tocar su piel, hundirse en ésta, algunas veces hasta llegar a sus huesos. Que arrastrara la tenaza de hierro al rojo vivo, haciendo que sus músculos se deformaran, al tiempo que la venas se rompían y la sangre salía de ella a borbotones. No debía ser una sensación del todo agradable.
Al terminar, la chica no pudo más, y quedó inconsciente. Rodé los ojos, que débil había sido. Salí de la sala para quitarme el mal olor de encima. Me tomé un té caliente, percatándome de que no quedaba mucho más, y que mañana probablemente tendría que tomar café. Que asco...
Me comí unos dulces de Wonka, leí un poco y después de un rato me devolví a la sala. Esa chica no me había divertido mucho, me había aburrido bastante, a decir verdad. La vi acostada, donde la dejé. La sangre llegaba al piso en gotas, pero estaba coagulándose.
Decidí acabar con ella rápido. Me acerqué y el di un par de golpes en su cachete (con una tenaza, claro, no ensuciaría mis manos) para que se despertara. Ella movió la cabeza un poco por su cuenta, pero parecía igual estar medió dormida.
Profirió un pequeño grito de dolor. Su voz me estaba hartando, era tan chillona, hum...
Me dirigí a una mesa que tenía una caja encima. El contenido de esa caja era completamente hermoso. Saqué dos serpientes coral de un tamaño no muy grade. Con cuidado las llevé hasta la chica. Me despedí de mis serpientes dándoles una suave acariciada en su cabeza. Las había tenido desde hace unos meses para ese momento, y me había encariñado un poco con ellas.
Abrí la boca de Vivian e hice que las serpientes entraran. Me hicieron caso, y comenzaron a bajar por su garganta. Un poco asqueada, me di la vuelta y me decidí salir de ahí. Dentro de un momento la “pobre” de Vivian habría muerto ahogada o como fuera. No me importaba mucho, con que muriese estaba satisfecha.
Me fui a mi aposento privado a seguir leyendo el libro, pensando que el día de mañana si que sería bueno.
Serena Amorelli- Cantidad de envíos : 2864
Fecha de inscripción : 17/02/2009
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Físico:: Estatura media-alta, delgada y esbelta. Tez muy pálida, suave y fría al tacto. Tiene una nariz pequeña y respingona y labios finos y carnosos. Su cabello castaño oscuro, casi negro, que llega hasta la altura de sus hombros, con algunos bucles rebeldes.
Carácter:: Es bastante animada y bromista, intenta ser amable con todos sin importar su raza. Le gusta divertirse y tiene una gran creatividad sin límites. La elegancia y delicadeza se hace notoria en cada uno de sus movimientos, pasos y palabras.
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