Sala de estar.

Cuando llegué de nuevo a la residencia Cullen, vi a Alice con cara de desesperación. Estaba luchando contra el deseo de descontrolarse. Era necesario que le plantara cara si quería poder beber tranquilamente sangre humana sin preocupaciones. A continuación me senté en el sofá, saqué dos copas de vino y un gran frasco lleno de sangre. Al abrirlo el olor a sangre llegó a toda la sala, era demasiado tentador hast apara mí. Llené las copas y le ofrecí una."Aquí tienes" le dije con tranquilidad mientras yo saboreaba mi copa con delicadeza. El tiempo me había hecho comprender que la sangre es un manjar que no hay que beberlo así como así. De todas formas, no creo que Alice lo entendiera ahora mismo. No pude evitar una ligera sonrisa al pensarlo.

Le ví llegar y suspiré aliviada, sabía que el podía reducirme con facilidad en caso de que yo me descontrolara. Deshice el nudo de mis manos para parecer más calmada, pero en cuanto abrió el frasco no pude evitar tensarme, a la vez que un estremecimiento recorrió mi cuerpo como si de una descarga eléctrica se tratara. Cogí la copa que me ofreció de la manera más delicada que me fue posible en ese momento y comencé a beber, poniéndo sumo cuidado en beber poco a poco. En el momento en el que mis labios tocaron la sangre de la copa una sensación de puro placer inundó mi cuerpo calmando el ardor de mi garganta. Suspiré profundamente, pero de manera discreta, al beber y ví como sonreía. Me sentí totalmente una neófita recién creada. "¿A dónde has ido?" pregunté cuando estuve más relajada

"Mi casa está a unos kilómetros de aquí. Allí tengo una gran reserva de sangre para cuando lo necesite." contesté sonriente

Le devolví la sonrisa, "No sabía que te habías comprado una casa..." dije soprendida.

"No querrás que un vampiro de 700 años como yo viva en una residencia así, ¿verdad?" respondí con tono irónico. Mientras, yo seguía disfrutando cada sorbo de mi copa como si fuera el último. El aroma que desprendía recorría todo mi cuerpo como si de un veneno mortal se tratara. Aunque había aprendido a beber con control la sensación de querer más nunca cambiaría.

"Que seas mayor no significa que seas mejor..." contesté. "Creo que ninguno de los que estamos aquí tendríamos ningún problema para comprar residencia propia..." añadí con una sonrisa. Su comentario fue algo descortés, pero lejos de sentarme mal, estaba acostumbrada a comentarios orgullosos... Desvie la mirada hacia mi copa y dí un pequeño sorbo. Empezaba a costarme menos controlar mi reacción desesperada

"No quería decir que fuera mejor. Simplemente pienso que alguien como yo que tiene una de las empresas más grandes del mundo y que encima es un vampiro con cientos de años a sus espaldas acostumbrado a vivir en castillos y mansiones, no pega mucho en estos sitios, al menos de cara al público. Y por otra parte, aquí me resultaría un poco difícil guardar mi reserva de sangre. Si algún vampiro se enterase, podría tener la tentación de hacerse con ella y podría ser un desastre." respondí. No quería que pensara que me sentía superior a ella.

Arqueé ligeramente las cejas al escuchar tal explicación. La verdad es que me resultaba divertido escucharle hablar de sus logros... De pronto recordé algo y le miré algo tensa a los ojos, "¿De qué color son mis ojos?"

Aunque parecía haberle gustado mi explicación, se puso tensa al instante preguntándome sobre el color de sus ojos. Le preocupaba el color que adquieren los ojos de un vampiro cuando beben sangre humana. No le iba a mentir, así que respondí: "Son rojos. Pero no te preocupes, es buena señal. Cuando te acostumbres a beber sangre humana tus ojos serán permanentemente de este color." respondí con sinceridad. "¿Es algo malo?" pregunté algo extrañado.

"Ethan sabe lo que significan los cambios de color en los ojos de un vampiro..." contesté aún preocupada. "Supongo que tendré que comprar lentillas antes de verle..." añadí

"Todo es cuestión de contarle la verdad." le dije. "Además, el color de tus ojos es de un rojo tan intenso como pocas veces he visto. Sería una pena que unas lentillas, lo ocultaran." añadí

Escuché sus palabras y bajé la mirada un poco avergonzada. "Creo que podrá soportar mi decisión, aunque creo que le costará algo más aceptar que seas tú quien me ayude..." contesté volviendo a mirarle con una sonrisa. "No sé por qué no empezasteis de la mejor manera posible..." añadí irónica recordando nuestro primer encuentro.

"Nunca se me ha dado muy bien hacer amigos" contesté irónicamente

"No me digas..." contenté irónica. "Aunque no parece que conmigo hayas tenido problemas..." añadí con una sonrisa.

"Es normal. A menudo veo humanos como Ethan, pero vampiras como tú no tan a menudo." contesté sonriente. "Y te lo dice un vampiro que ha vivido unos cuantos centenarios como para saberlo" añadí

Bajé la mirada de nuevo al escuchar lo que me dijo. Me vino a la mente la imágen de la reacción que hubiese tenido Ethan en caso de que hubiese estado aquí... "Ethan no es como cualquiera, por eso estoy con él..." respondí con una ligera sonrisa.

Sonreí al escuchar su respuesta. Parecía que el humano estuviera hablando por ella."Quizás..." le respondí.

Me quedé en silencio unos segundos, los suficientes para darme cuenta de que ya me había bebido mi copa y que mi sed se había calmado. Alrgué el brazo y dejé la copa en la mesa que había frente a nosotros, a la vez que pulsaba un botón del mando para apagar la televisión, la cual había estado todo este rato encendida, pero que no había molestado en bsoluto debido a lo bajo que estaba el volúmen.

Ví que acababa su copa. Me sorprendió verla tan calmada parecía controlar bien la ansiedad por beber más. En presencia de un humano la cosa cambiaría. Por eso tendría que estar preparada. "¿Quieres más?" pregunté.

Pensé unos segundos la respuesta y cogiendo de nuevo la copa para acercársela le contesté con una sonrisa: "Sí, por favor"

Aunque parecía saciada, me pidió más. Era normal. La sensación de beber sangre de otro animal a la de un humano, no se puede comparar. Así, que cogí el frasco y le volví a llenar la copa. Me había traido mi sangre preferida: AB negativo, la sangre menos común de todas,así que yo también me llené mi copa. No era cuestión de echarla a perder."Aquí tienes. Pero esta vez intenta disfrutarla más. Bebe despacio. Ahí está el secreto del autocontrol." le expliqué.

Cogí la copa, esta vez llena e intenté seguir su consejo, dando un pequeño sorbo. Apoyé mi espalda en el respaldo del sofá y crucé mis piernas. "¿Y acostumbras a cambiar la dieta de los vampiros que conoces o lo mío es un caso especial?" pregunté con una sonrisa.

"Sólo cuando se lo merecen" contesté con una ligera sonrisa

"¿Y yo me lo merezco?" pregunté sorprendida. "No me conoces..." añadí.

"Has vivido lo suficiente como para entender lo que significa ser vampiro. Nunca dañarías a un humano a costa de tu sed de sangre. Te conozco lo suficiente como para saber que puedo enseñarte." le expliqué