Un nuevo Relato

Hola, aquí otra historia. Resulta que es un sueño que tuve y bueno... no creo que se me ocurra una continuación. En fin, me gustaría saber sus opiniones


Oscuridad, no veía nada. Terror, y un hambre de algo desconocido me consumía. No podía moverme, estaba fijada a una adosada cama en la total oscuridad. Oía perfectamente los sonidos de las personas y automóviles fuera de casa.

De repente, el hambre se hizo más fuerte. Sentí un mi garganta arder y de improviso abrí los ojos. Allí, frente a mí estaba él. Sonreí y él me devolvió la sonrisa, una sonrisa triste. Intenté decir algo, pero mi garganta me ardía de tal manera que solo pude proferir un sonido extraño de dolor.

—Shh, calla, calla —me dijo Henry.

Se acercó a mi y me acarició la mejilla, con una expresión que no logré descifrar; parecía triste. Su mano, que alguna vez había sentido tan fría, ahora era de temperatura normal, hasta cálida.

Me incorporé en la cama, intentando olvidar el dolor y el hambre, pero era demasiado fuerte.

—No lo hagas —me previno, adivinando lo que me proponía—. No lo lograrías. Tranquila, pronto se te pasará.

Me tomó de la mano y me ayudó a ponerme de pie. Estaba vestida con una dormilona de seda azul, un poco sensual y escotada. Me sonrojé e intenté tapar el escote con mi cabello con disimulo, gesto que por suerte pasó desapercibido por Henry.

Me dirigí al armario y busqué unos jeans simples, y la primera franela que encontré, azul con detalles psicodélicos en verde. Me puse mis habituales botas converse por fuera del pantalón, y tomé un abrigo beige que me llegaba hasta las rodillas. Al salir, Henry me vio con cariño, y supuse que pensó que seguía siendo la misma. Podía ver que sus ojos se aguaban, pero reprimía las lágrimas. Ignoré su gesto; no podía soportar sentimentalidades.

Se acercó a mi y me pasó el brazo por los hombros, con gesto cariñoso y dulce. Yo reposé mi cabeza sobre su hombro, y juntos bajamos hasta platan baja.

—Buenas noches —nos dijo el portero, Karl, Ken, no recuerdo—. Señorita Loss, me alegro que se haya recuperado de su enfermedad —me dijo con amabilidad.

Pero lo olí, su esencia, su sangre. El ardor de mi garganta se hizo más fuerte, e intenté soltarme del abrazo de Henry para saltar sobre el desafortunado portero.

Pero Henry no me soltó, me tomó con más fuerza y me susurró:

—Contrólate. No aquí, pronto saciarás tu sed.

Yo miré sus ojos azules y pude ver que tenía una expresión de súplica. Dejé de respirar, y con un jalón hacia adelante le pedí que saliéramos del lugar.

—Debe disculparla, todavía sigue un poco enferma, pero el doctor me recomendó que saliéramos en la noche, para que no le de mayor jaqueca con la luz del sol y además, debo comprar sus medicinas —dijo Henry. Sin duda esto tenía un doble sentido.

—Oh, en tal caso, los dejo ir. Agradezco que este mejorando señorita Loss, buenas noches, señor Fritzsche.

Yo intenté sonreirle, pero quizás se vió como una mueca malévola. Rápidamente salimos del lugar y respiré aliviada.

—¿Ahora qué? —le pregunté con voz ronca.

—Ahora, vamos de caza.

Levanté la mirada y en su cara vi desilución, tristeza y hasta terror.

—¿Algo anda mal?

—No, no te preocupes —me dijo con voz dulce al tiempo que me acariciaba la mejilla con su mano. Un mechón de su pelirrojo cabello cayó en su frente.

Pude sentir que el portero todavía nos observaba y le susurré a Henry que nos fuéramos rápido de ese lugar. Nos movilizamos con rapidez humana y nos fuimos de caza.



Éxtasis. Ese sentimiento espléndido recorría todo mi cuerpo, mientras ese líquido mortal se deslizaba por mi boca. Un gemido por parte de Chris. Con miedo de haberle hecho daño me separé rápidamente de él.

—¿Qué? —preguntó confundido.

—Suficiente —dije al tiempo que me ponía de pie y le daba la espalda.

—Lissa... —empezó con todavía más confusión.

—Suficiente he dicho —le corté elevando la voz.

El puso cara de sorpresa por mi tono. Suspiré.

—Perdona. Quizás sería mejor que volvieras a casa, Chrisstopher.

Él con gesto inquieto y confundido tomó sus cosas y desapareció por la puerta, al tiempo que Henry entraba.

Fui hacia él y con gesto de bienvenida le di un apasionado beso. Él y yo éramos diferentes. Distintos de los demás y distintos entre nosotros, cosa que ninguno podía explicar.

—¿Por qué Chris se fue de esa forma? —preguntó cuando nos separamos.

No le respondí, y volteé la cara al tiempo que se me aguaban los ojos. Chris había sido uno de mis mejores amigos cuando era humana. Me sentía decepcionada por el hecho de que me alimentara de él. Lo peor de todo es que ambos lo disfrutábamos.

—Bien, no tienes por que decirme —me tranquilizó con voz dulce.

—No lo iba a hacer, de todos modos —le dije con una sonrisa finjida. Me besó en la frente.

—Ya casi amanece.

Asentí y juntos nos dirigimos a nuestra habitación. Nos vestimos con nuestros pijamas finjidos y nos metimos dentro de la cama. Henry cerró los ventanales, para que no entrara luz.

Llevaba cinco meses desde que me había convertido en lo que era ahora, y a pesar de las advertencias de Henry de que pronto nos separaríamos, estabamos más juntos que nunca.

Le dí un abrazo y un beso, y cuando llegó el amanecer, ya estabamos dormidos en un profundo sueño.



A la noche siguiente lo primero que hice fue ir a casa de mi mejor amiga en mi vida humana, Valery, para ayudarla en una investigación. Chris también estaba allí.

Pasamos toda la noche investigando hasta que sentí miedo. Pánico, y unas ganas de salir corriendo a donde fuera.

—Oh, ¡ya casi amanece! —exclamé con un tono un poco histérico.

—Falta una hora y media, espera un rato —me rogó Chris.

Le envié una mirada llena de terror.

—No me he alimentado, me queda muy poco tiempo —expliqué con un temblor de voz.

Valery, con convicción, se arremangó el sueter y estiró el brazo.

—Bebe.

Yo sin pensarlo ni una vez, corrí hasta ella y me llevé el brazo a la boca. Con la delicadeza usual que usaba para alimentarme, estraí de su vena poco a poco su fragmento de vida.

Cuando me separé de ella, me sentía más viva, y fuerte. Y pensé que quizás me quedaban otras dos horas hasta el amanecer.

Volteé hacia Chris, y vi en él una expresión de odio y tristeza.

—¿Sucede algo?

—¿¡Te alimentas también de ella!? —me espetó con frialdad, poniéndose de pie, y tirándo alguna cosas que habían en la mesa—. ¿¡No te es suficiente con una persona!?

Las palabras me golpearon como una cachetada. Yo me sentí nostálgica y sentía que me durrumbaría.

En el mismo tiempo que pensaba responderle algo, la puerta se abrió de sopentón, dejando ver a un Henry con los ojos fueras de sus órbitas, exaltado.

—¡¡Lissa!! ¡Tenemos que irnos que aquí! ¡AHORA! —me ordenó.

—Pero, ¿qué sucedió?

Él con rapidez empezó a recoger mis cosas, y me puso mi abrigo ensima de los hombros. ¿Qué pasa?

—¡¡Dime que sucede!!

Valery y Chris estaban demasiado asustados con la expresión terrorífica de Henry, por lo que no dijeron nada. Él volteó hacia mí, y con un suspiro dijo:

—Bien, ¡pero rápido! Hay algo muy importante que debes saber...

Me gustó bastante pero es un poco inconcluso xD Sigue escribiendo eres genial!

wow esta genial me encanto

de nada solo digo lo que pienso