Plaza de San Marco.

- No puedo fiarme de ti, eres la chica mala - respondí entre risas - Pues yo creo que estoy estupendo - me revolví el pelo orgulloso. Escuché su pregunta ¿acaso yo tenía una comida favorita? Siempre que comía algo lo hacía sin saber si me iba a gustar, no sabía qué contestarla - Tendré que aguantar... - Me di cuenta de algo - ¿Creo que me tocaba a mi preguntar, no? - alcé una ceja divertido. - ¿Cuál es el sentimiento más fuerte que has tenido?

"Salvado por la campana...siempre consigues retrasar tus respuestas de una manera u otra" dije poniéndo los ojos en blanco... Miré el cielo una vez más y empecé a acercarme un poco más a donde él estaba, pronto podría sentarme tranquilamente a su lado...
"Podría decirte un par que están empatados...pero creo que me decanto por el optimismo del amor..." dije con una voz dulce y pastelosa que hizo que me riera de mí misma. "¿Y el tuyo?" Me interesaba más esta pregunta que la que le hice antes...

Noté cómo se acercaba, algo era algo. Sonreí - No, no, las reglas son las reglas, si me toca, me toca. - Me quedé mirandola, escuchando su respuesta, así que era optimista respecto al amor, eso estaba bien, y ahora me tocaba responder a mí... - Si me cambias la pregunta me haces pensar demasiado rápido - dije bromeando. Pensé la respuesta durante unos segundos, no estaba seguro de si había sentido amor, y desde luego no había sentido odio... esto era muy frustrante. Entonces me di cuenta de que tenía la respuesta delante de mis narices - La frustración - era eso lo que sentía a todas horas. - ¿Eres de las personas que ayudan desinteresadamente?

Vi como finalmente el banco se sumía bajo la sombra de un edificio, por lo que rodeé lentamente el banco y me senté junto a él. "¿Estás seguro de que no prefieres tumbarte tú a que me siente contigo? de verdad que no tienes buena cara" bromeé dedicándole una encantadora sonrisa mientras me inclinaba ligeramente sobre él. Escuché su broma y me reí dirigiendo mi mirada a la fuente que había en el centro de la plaza. "Eso se demuestra, no se dice" dije contestando a su pregunta. "¿Frustración por qué?" pregunté sonriendole.

Sonreí cuando al fin se sentó a mi lado, ella estaba intentando picarme - ¿qué dices? ¿Qué quieres tumbarte conmigo? - pregunté como si estuviera medio sordo, agarrándola de la cintura con suavidad, tampoco quería pasarme. Escuché la respuesta a mi pregunta - Pero puedes decirlo, además de demostrarlo - cuando oí su pregunta me quedé algo trabado, no tenía que haber dicho nada - No te aproveches de mis preguntas - me quejé divertido. Medité unos segundos - Frustración por no conseguir lo que quiero. - recordar.

Me reí por su broma a la vez que me puse bastante nerviosa al notar mano por mi cintura, me preocupaba que notase el excesivo frío de mi piel a través de la camiseta que llevaba, que por otro lado me dí cuenta en ese momento que era demasiado fina para el tiempo que hacía, así que me recordé a mí misma ponerme una chaqueta la próxima vez. Me gustaba mucho la sensación de estar tan cerca de él..."No vale quejarse de las respuestas, eso me lo has enseñado tú" le dije con una amplia sonrisa. "¿Me vas a poner más reglas? si no recuerdo mal, este juego lo inventé yo..." dije sin dejar de sonreirle. "¿Y qué es lo que quieres?"

Me alegré al ver que no se separaba, y de que además se riera, noté su tacto algo frio, la verdad es que no iba vestida para la ocasión, el sol había desaparecido y empezaba a refrescar. Me quité la chaqueta y se la puse sobre los hombros, yo llevaba un jersey grueso debajo, nunca sabía dónde iba a acabar. - Yo no me quejo de las respuestas, sólo intento hacerte ver los distintos matices - me di cuenta de que la sonrisa se había instalado permanentemente en mi rostro. - No te adelantes, es mi turno. Hablando de reglas... ¿qué pasa si yo decido no preguntar más? ¿sigo obligado a responderte? - sus preguntas eran cada vez más difíciles.

Me reí por la ironía de que me prestara su chaqueta. "Gracias por la chaqueta, pero ¿seguro que no tienes frío?" en realidad me hacía sentir algo culpable que me dejara la chaqueta... "Tus extraños matices" recalqué entre risas. "Pararás cuando yo te diga" bromeé inclinandome un poco hacia él. Pensé que podría sentirse agobiado por tanto interrogatorio, así que añadí: "Bueno, si quieres podemos dejarlo ya, pero con una condición"

- Tranquila, soy un chico duro, que soy del norte - dije recordando lo que se decía en mi ciudad. - Son extraños para ti, para mí son muy normales - me sentía muy cómodo a su lado, algo que no era fácil. Echo a reir cuando se pone en plan mandona - Sí, mi sargento - hice el saludo militar, sin perder la sonrisa. Me incorporé en el banco, bajando el pie malo al suelo, me había cansado de estar siempre en la misma posición. - ¿Qué condición? - No es que quisiera dejarlo, pero me intrigaba qué era lo que quería.

Escuché lo que me decía y no pude aguantar la risa cuando hizo el saludo militar. Vi que movió la pierna del tobillo malo y me preocupó:
"¿Te sigue doliendo?" pregunté mirando su tobillo. "Contesta mi última pregunta" dije casi en tono suplicante "¿Qué es lo que quieres?" le pregunté sin dejar de mirarle.

Me quedé mirando el tobillo, las pastillas hacían mucho, pero aún dolía - No me duele, es que no puedo estarme quieto - suspiré, eso era cierto, era demasiado inquieto. Escuché la condición, me quedé mirando al frente, aún no quería contestar a eso. - Quiero muchas cosas - estaba demasiado serio, pero había llegado a un punto muerto, o se lo decía, o no - Pero ahora, principalmente, quiero seguir siendo el chico misterioso. - la dediqué una sonrisa, no quería que el ambiente se tensara.

"No sé por que tenía la esperanza de que esta vez concretaras más tu respuesta...Está bien, no t voy a presionar puesto que sé que me dirás: Es una respuesta válida" dije en tono de burla entre risas. "Vale chico misterioso, ¿Qué quieres hacer ahora?"

- Es que ES una respuesta válida - sonreí divertido. No me sentía muy bien por no decirselo, pero no quería que ella me viera aún más débil. - Nunca te cansas de hacer preguntas, eh - dije entre risas - Creo que me tocaba preguntar a mí. ¿Qué quieres hacer? - pregunté siendo caballeroso, a mí me daba lo mismo.

Me gustaba verle reir, era algo que al principio me costó mucho trabajo ver... Me reí de su broma y le repliqué: "No, ya no hay turnos, te recuerdo que hemos dejado el interrogatorio, y como he preguntado yo antes...¡te toca elegir!" dije con una sonrisa orgullosa.

- Eso es trampa, ¿nunca te han dicho que eres muy mandona? - finjí que me enfadaba, pero me fue imposible, no podía hacer desaparecer la alegría de mi rostro. No sabía que ofrecerla - Entonces, yo elijo, y tú tienes que hacer lo que yo diga... - le sonreí de manera malvada - Ese es el nuevo trato - La miré fijamente a los ojos, intentando ponerla nerviosa y que se retractara en sus palabras, no quería tener que elegir.

Me reí de su enfado y le contesté "Es que es un plus que acompaña a lo de chica mala" Escuché su nuevo trato. Me quedé un rato pensando los pros y los contras, más bien los pros, los contras los tenía demasiado claros. Al fin decidí intentar hacerme la valiente
"Está bien, empieza eligiendo" le dije manteniendo su mirada. Espero no arrepentirme de esto, pensé.

- Tendré que dejar de juntarme contigo, no me gusta que me manden - dije divertido. Esperé ansioso su respuesta, cuando ella aceptó, una sonrisa malvada surcó mi rostro. Eché un vistazo a la plaza en busca de inspiración, demasiadas ideas recorrieron mi mente, pero quizá era demasiado, la miré de nuevo a ella - ¿cualquier cosa? ¿estás segura?.

"Lo siento" dije simulando carita de pena. Me dio miedo la manera en que me lo preguntó...aún así yo no era de las que se echaban atrás
"Supongo que si"

- Ya, seguro que lo sientes - la miré de soslayo. Volví a mirar al frente - Tú lo has querido. - Examiné la plaza, mi mirada se posó en la fuente, empezaría con algo suave - Quiero que te metas en la fuente y recojas el dinero suficiente como para ir donde aquel vendedor - levanté el brazo señalando - y me compres una flor. - La miré esperando su reacción, estaba seguro de que aceptaría.

"¿Qué? ¿no se supone que son los chicos los que regalan flores?" me sorprendió su petición. Verdaderamente no tenía ningún problema con el agua, pero no iba a ponérselo tan fácil. "¿Qué obtengo yo a cambio?"

- Ya sabes que yo soy especial - alcé la cabeza orgulloso, exagerando el gesto - Ese era el trato, yo pedía y tú hacías, ¿no? - levante el brazo invitándola a levantarse hacia la fuente - yo ya he pedido, ahora te toca a tí - me estaba divirtiendo. - Puedes pedirme lo que quieras, y estaré obligado a hacerlo. Es el trato. - Al momento me arrepentí, a saber lo que me iba a pedir que hiciera, pero por otra parte me intrigaba qué me pediría.

Me levanté aún un poco escéptica por la petición.Creo que tenía razón, tenía algo especial por llamarlo así... Le dí su chaqueta, ya que no veía necesidad de mojarla y me acerqué a la fuente mientras daba gracias por haberme puesto vaqueros esta mañana... Me paré justo antes de entrar y me volví hacia el banco, Ethan aún reía. Creo que esta me la va a pagar, no me gusta estropear mi ropa...pensé. Sin más dilación me quité los zapatos, metí en la fuente y empecé a buscar monedas mientras le preguntaba: "¿Contento?" la verdad es uqe a pesar de todo, no paraba de reir.

Cogí la chaqueta que me tendía y me quedé mirandola, cuando se volvío junto a la fuente pensé que no iba a hacerlo, pero cuando la vi meterse mi sonrisa se ensanchó. - Aún no, espero mi flor - contesté burlón. La gente que pasaba por la plaza se quedaba mirandola, lo que lo hacía aún más divertido - Espero que haya suficiente... no quiero quedarme sin nada.

Casi me habría frustrado su tono burlón si no hubiera sido por el ridículo de la situación... Me incliné para cojer unas cuantas monedas, las sequé con la camiseta y finalmente salí de la fuente. La gente no hacía más que mirarme, lo cual hacía que no puediera aguantar ya tanta risa. Al salir me quedé mirando mi ropa, estaba empapada, incluso la camiseta estaba demasiado mojada para la poca profundidad de la fuente. Cogí los zapatos con una mano y me acerqué al vendedor que me había indicado Ethan antes con las monedas en la otra. El vendedor me miraba perplejo, creó que pensó que había perdido la cabeza. Me giré a Ethan y le pregunté: "¿Alguna en especial?"

La miré divertido, lo estaba pasando genial. A lo gracioso de la situación había que unirle el ver a la chica con sus ropas empapadas, una sonrisa pícara apareció en mi rostro, esperé que ella no viera el matiz. Cuando recordé la temperatura de su cuerpo me sentí algo culpable por haber hecho que se mojara, pero a ella no parecía importarla demasiado. Vi como se acercaba al vendedor, y la cara de este hizo que me riera aún más - Una bonita, lo dejo a tu elección, para eso eres tú la que va a regalarmela.