El Parque ...

- No creo que eso pase nunca - dije con una sonrisa - Nunca he sido de los que duermen en exceso. Prefiero aprovechar el tiempo, y estar contigo es la mejor manera de hacerlo. - Puse mis manos de nuevo en su cintura. Aún se la veía mal, no sabía por qué ella no quería que llegáramos a más, no me daba la sensación de que no lo quisiera, si no que se esforzaba por no perder el control.

"Qué noches más aburridas habrás tenido siempre entonces..." dije forzando una sonrisa, mientras le abrazaba para que no notara mi expresión. Noté sus manos en mi cintura. Este intento de autocontrol iba a acabar conmigo

Vi cómo se abrazaba a mí, rodeé su cuerpo con mis brazos, quería reconfortarla, quería que se sintiera bien de nuevo - No sabes cuando - solté una risita, intentando relajar el ambiente - Hasta que llegaste tú, y conseguiste hacerlas muy interesantes. - sonreí, aunque ella no podía verlo. Apoyé mi cabeza sobre la suya, inspirando el aroma de su pelo. Suspiré. No podía pensar en eso ahora, tenía que permanecer tranquilo, pero simplemente su olor me volvía loco.

"¿Cómo alguien que a veces no recuerda ni donde ha estado es capaz de saber siempre cual es la frase que necesito en cada momento? no m estarás ocultando que tienes poderes psíquicos..." dije intentando olvidar por el momento lo que había pasado.

Escuché sus palabras y eché a reir - Me temo que mi encanto es algo innato - dije con una amplia sonrisa. Me sorprendía la capacidad que teníamos ambos para dejar a un lado los problemas, para mí era fácil, ya que siempre intentaba quedarme sólo con los momentos buenos, los malos no tenían cabida en mi memoria. - Pero no puedo negarte que también tengo poderes psíquicos - intentaba no reirme, aunque me estaba costando - Puedo decirte exactamente lo que estás pensando.

"No me lo creo...¿Qué estoy pensando?"

Sonreí orgulloso - Estás pensando ¿cómo puede ser Ethan tan perfecto? - dije sin reirme - Es listo, guapo, divertido... lo tiene todo. Es el hombre perfecto - Miré sus ojos - ¿A que he acertado? - sonreí ampliamente. Con ella no me costaba sonreir, estaba feliz, cada segundo que pasaba con ella eramás feliz. Y lo que más me alegraba era hacerla feliz a ella, conseguir que se riera, su risa era lo que más llenaba mi corazón, eso era algo que nunca olvidaría, ahora su risa era mi sustento.

Escuché lo que me dijo y sonreí, pero conforme seguía escuchando mi risa se hacía más inevitable. "Eso no es justo, has hecho que piense eso las 24 horas del día" le contesté divertida. "Como sigas teniendo razón en todo vas a terminar siendo más orgulloso de lo que ya eres..."le dije sacándole la lengua.

Mi sonrisa se había instalado de manera casi permanente - Pero he acertado. Además, no me negarás que hay que tener verdaderos poderes mentales para conseguir que alguien como tú piense eso a cada momento - deslicé mis manos a sus caderas. Escuché lo que dijo, su gesto me demostró que estaba consiguiendo que se olvidara de lo ocurrido - Por eso no tienes que preocuparte, no cabe más orgullo en mí, es físicamente imposible.- eché a reir de nuevo.

"Eso es cierto, no sé qué es lo que veo en tí para pensar eso..."dije con aire de superioridad. Escuché lo que dijo y empecé a reir sin parar... No sé como hacía para sacarme una sonrisa esté del humor que esté. "Por cierto, ¿no crees que se está haciendo un poco tarde? ya sé que te aburres por las noches, pero creo que descansar no te vendría mal..." dije entre risas.

Abrí la boca alucinado - Pero lo piensas - dije orgulloso. Escuché lo que dijo, miré el reloj, realmente era muy tarde, con ella siempre se me pasaban horas volando. - Así que quieres deshacerte de mí, ya veo - dije quitando las manos y separándome un paso de ella.

"Sabes que eso no es cierto" dije acortando el paso que se había separado de mí. "Sabes que si me lo pides estoy contigo las 24 horas del día" dije rodeando su cintura con mis brazos. "Sabes que si me lo pide me invento otra hora para pasarla contigo" le dije mientras me acercaba para darle un beso dulce en los labios.

Escuché sus palabras y sonreí. Era todo lo que podía hacer, sonreir, porque era feliz, más feliz de lo que nunca había sido. Volví a abrazarla - ¿Sabes? A ti tampoco se te da mal decir las palabras perfectas. - acaricie su espalda - Para mí las únicas horas que cuentan son las que paso contigo - respondí a su beso. Me separé y me quedé mirándola - Realmente es tarde, y tú también tendrías que descansar. Espero verte mañana - le di un beso en la frente - Soñaré contigo - le dediqué una última sonrisa y salí de allí camino a mi casa.

Escuché lo que dijo y no pude evitar que una sonrisa dibujara mi cara mientras apoyaba la cabeza en su pecho. Me despedí y me quedé mirando como se iba mientras pensaba: me gustaría pode soñar contigo... Una vez que ya no le veía salí corriendo de allí.